Quién no tiene en alguna parte de su anatomía el registro de una caída en bicicleta, una apendicitis, un accidente, una cesárea u otro episodio similar? Son muchos los eventos que nos van marcando en la vida, pero sin duda hay algunos que dejan huellas profundas y difíciles de borrar.
En esta época del año el calor obliga a mostrar zonas de la piel que permanecieron cuidadosamente ocultas en el invierno, y todos empiezan a preocuparse de esas cicatrices en las piernas, la espalda o en la parte baja del abdomen, que el bikini no perdona.
Gracias al avance de la medicina y al desarrollo de técnicas cada vez más sofisticadas, estas marcas que antes nos acompañaban hasta el final de nuestros días, hoy pueden ser tratadas para que sean menos notorias y a veces casi imperceptibles.
Cremas, métodos compresores y láser, son las técnicas más utilizadas actualmente para disminuir el volumen y mejorar el color de las cicatrices. La efectividad de estos procedimientos depende de diversos factores, como la antigüedad, la ubicación y el tipo de cicatriz.
Cuando la persona tiene una predisposición genética a una mala cicatrización es más proclive a formar queloides, que son cicatrices de aspecto anormal, más gruesas, con diferente color y textura.
También influye el tipo de lesión, si hubo infección, la edad de la persona y su estado nutricional, sobre todo cuando falta vitamina C -esencial para producir fibra colágeno, uno de los elementos más importantes en los procesos de cicatrización-. En caso de que la cicatriz sea producto de una intervención quirúrgica, su aspecto final estará directamente relacionado con la técnica utilizada por el cirujano.
La doctora Francisca Sánchez, dermatóloga de Clínica Alemana, explica que 'mientras más reciente sea la cicatriz será mucho más fácil de tratar, porque aún está activa y se puede ir haciendo un seguimiento del proceso de cicatrización; por lo tanto, lo ideal es que cuando los niños se hacen heridas en la cara tengan una atención inmediata'.
Las perspectivas cosméticas también van a depender de la ubicación de la cicatriz. Hay algunas zonas donde es más difícil obtener buenos resultados, como el cuello y el hombro, porque hay altas posibilidades de desarrollar queloides. La espalda también es un sector delicado, porque en esta zona las cicatrices tienden a ensancharse.
Según la doctora Sánchez, cuando hay aumento de la pigmentación, es decir, una cicatriz con un color más rojizo u oscuro que el resto de la piel, se pueden usar cremas despigmentantes que disminuyan esta coloración.
Para aplanar cicatrices gruesas, duras, fibrosas y de textura irregular se utilizan cremas que estimulen la regeneración de la piel y se inyecta en la zona cierto tipo de antiinflamatorios. Junto con esto se emplean métodos de compresión, como la aplicación de silicona en lámina o en gel sobre la cicatriz por un período mínimo de tres meses.
'Los tratamientos son largos porque se busca cambiar un patrón que ya está establecido, y mientras más antigua es la cicatriz, más se demora', explica la especialista.
Tratamiento láser
Dentro de los tratamientos para mejorar el aspecto de cicatrices, el láser es claramente uno de los más innovadores.
Clínica Alemana cuenta con un sofisticado equipo, el láser Vbeam, que es capaz de mejorar notablemente la apariencia de cicatrices, disminuyendo su volumen y coloración.
De acuerdo con el doctor Jaime Pérez Wilson, dermatólogo de Clínica Alemana, 'con esta tecnología se puede obtener muy buenos resultados, incluso en cicatrices hipertróficas y queloides'.
Este método también es efectivo para tratar cicatrices atróficas, como las del acné (orificios en la piel). Con el láser se estimula la producción de colágeno, el cual se encarga de rellenar esta cicatriz hundida, con lo que se logra emparejar la piel, es decir, hacerla más lisa.
De acuerdo con el doctor Pérez, esta técnica también se utiliza en el tratamiento de estrías, ya que al ser un tipo de cicatriz, pueden ser atenuadas con la estimulación de la producción de colágeno.
Los procedimientos con láser Vbeam se realizan de manera ambulatoria y no toman más de 30 minutos. Habitualmente ni siquiera es necesario utilizar anestesia, salvo en el caso de los niños, donde en ocasiones se usa anestesia local.