Cuando los padres y/o cuidadores son muy sobreprotectores o autoritarios con un niño, es probable que este desarrolle una timidez que es necesaria trabajarla apenas se identifique para que no genere problemas a futuro.
Si su hijo es de los que se pone rojo, se come las uñas, le sudan las manos, aprieta los dientes, sufre de cefaleas, es retraído, más bien pasivo y lo estresa relacionarse con menores de su misma edad, es que es un niño tímido.
Ahora, a diferencia de lo que creen muchos padres, la timidez en los pequeños debe ser tratada de inmediato. De lo contrario, los menores sufrirán innecesariamente de un problema que puede tener una rápida solución.
La psiquiatra de Clínica Alemana Patricia García explica que las características de esta condición son 'la ansiedad e inhibición que le produce al niño el contacto con otras personas o las situaciones nuevas'. Y recalca que es importantísimo detectar este mal precozmente para mejorar la calidad de vida y prevenir que esta situación se arrastre hasta la adultez.
La especialista destaca que esta condición representa un gasto energético y emocional muy alto para los niños. 'Muchos pequeños que son inteligentes se ven menos capaces antes los demás porque son tímidos. Asimismo, menores que son estudiosos rinden menos en el jardín o en el colegio ya que no son capaces de desarrollar claramente sus ideas o de exponer sus trabajos'.
¿Cómo ayudarlos?
La doctora precisa que si los padres perciben que su hijo es tímido deben actuar precozmente, reforzando el área de la personalidad que genera inseguridad al niño.