Los dolores óseos benignos es un malestar común entre niños en etapa de crecimiento, esto no significa que porque están creciendo sufren estos dolores precisamente. Para aliviar estos malestares, hay soluciones que se pueden realizar en casa como aplicar calor y realizar masajes.
No es raro que los niños se quejen o despierten llorando porque les duelen las piernas. De hecho, los dolores óseos en la infancia son una de las principales razones de consulta en traumatología pediátrica.
Aunque estas molestias pueden tener múltiples razones, la mayoría de las veces se trata de los llamados 'dolores del crecimiento'. De acuerdo con el doctor Eugenio Valdecantos, traumatólogo infantil de Clínica Alemana, este problema afecta a cerca del 10% de los menores, principalmente entre los tres y siete años.
El especialista explica que el verdadero nombre de estas molestias es dolores óseos benignos recurrentes, pero han sido llamadas erróneamente dolores del crecimiento porque suelen presentarse durante las etapas de crecimiento rápido, es decir, cuando los niños 'dan el estirón'. Sin embargo, no se ha demostrado que sea precisamente este proceso de desarrollo el que origina la dolencia.
¿Entonces cuál sería la causa?
Su origen no está determinado, sin embargo, se ha visto que un porcentaje importante de los niños que sufren este problema tiene antecedentes familiares.
Este dolor, que afecta por igual a niños y niñas, se ubica principalmente en las piernas, y se presenta de forma difusa, ya que no suele radicarse en un área determinada. Además, surge generalmente de noche. 'Es común que el niño se queje o despierte llorando, ya que las molestias son fundamentalmente nocturnas, cuando está en reposo', sostiene el especialista.
En ocasiones la dolencia puede acompañarse de dolor abdominal y
se manifiesta de forma intermitente, incluso hay periodos en que el menor no siente nada, pero luego de algunas semanas los malestares vuelven con la misma intensidad.
A juicio del especialista lo más importante es que los padres tengan claro que se trata de un dolor benigno, que con el tiempo desaparecerá definitivamente. 'Por lo tanto, no es necesario someter al pequeño a ningún tratamiento específico, aunque se pueden tomar ciertas medidas para aliviar las molestias, como aplicar calor y realizar masajes en las extremidades. Hay casos en que el paracetamol también puede ser recomendable', afirma.
Cuándo preocuparse
Además de los dolores del crecimiento, existen otras afecciones benignas que pueden provocar molestias óseas, como el síndrome de hiperlaxitud o la hipersensibilidad al frío. Sin embargo, también hay ocasiones en que el dolor puede ser la señal de alarma de patologías más serias, como las infecciones óseas, tumores, osteocondrosis, enfermedades reumatológicas (artritis) y algunas leucemias.
Los traumatismos también son causa frecuente de dolor óseo en los menores. 'Los niños se caen y pegan con frecuencia y muchas veces siguen jugando sin darle mayor importancia a la lesión. Por eso es fundamental que los padres estén atentos, ya que el dolor puede ser síntoma de una contusión, esguince o fractura', aconseja el doctor Valdecantos.
Por lo tanto, concluye el especialista, aunque lo más probable es que el dolor óseo sea benigno o un típico 'dolor del crecimiento', en ocasiones es recomendable que el pediatra solicite radiografías y exámenes de
laboratorio para descartar otras enfermedades.