Gracias al avance de la tecnología, parte importante de las preguntas que surgen durante el embarazo son contestadas antes del nacimiento, ya que la ecografía permite descartar posibles patologías durante el embarazo, lo que tranquiliza enormemente a los padres.
Hace 30 años, los nueve meses de embarazo eran un absoluto enigma para las mujeres chilenas. La 'dulce espera' estaba llena de interrogantes, que iban desde el sexo del bebé hasta la posibilidad de que tuviera algún problema.
Hoy, gracias al avance de la tecnología, parte importante de estas preguntas son contestadas antes del nacimiento, ya que la ecografía permite descartar posibles patologías durante el embarazo, lo que tranquiliza enormemente a los padres.
Asimismo, en caso de que se detecte algún riesgo de desarrollar ciertas enfermedades, esta técnica permite efectuar un mejor control de la situación y, si es necesario, ofrecer un tratamiento oportuno, tanto para la madre como para el niño.
Hallazgos en las distintas etapas del embarazo
El doctor Julio Astudillo, jefe de la Unidad Ecografía Gineco-Obstétrica y Medicina Materno Fetal de Clínica Alemana, explica que actualmente es posible intentar detectar la
normalidad del embarazo en forma precoz.
En el primer trimestre se puede conocer de antemano si el pronóstico es bueno o si existe riesgo de aborto. También permite saber si se trata de un embarazo tubario (fuera del útero) o si se está ante un embarazo múltiple.
Mientras, en el segundo trimestre -desde las 11 semanas hasta el quinto mes- es posible detectar malformaciones o el riesgo de tener un trastorno genético como el síndrome de Down.
En este último caso, se buscan marcadores de riesgo como alteraciones estructurales que son visibles y pesquisables a través de la ecografía.
Por ejemplo, los niños con Down suelen tener el hueso de la nariz más corto o ausente en esta etapa, pero sin duda el principal elemento diagnóstico es la medición de la transluscencia nucal, que es un pequeño edema que se forma en la nuca de todos los niños, pero que es más grueso en los que sufren de esta patología.
Además de este elemento, se considera la edad de la madre y el tiempo de embarazo, lo que permite determinar el riesgo de padecer esta alteración genética. Si es alto, se les ofrece a los padres confirmar el diagnóstico con un estudio genético que se realiza a través de la toma de muestra del líquido amniótico.
'De esta forma ellos pueden descartar esta posibilidad o, en el caso contrario, estar preparados con anticipación', sostiene el especialista.
Al final del segundo trimestre, los hallazgos van aumentando y ya es posible conocer el sexo, con un alto grado de sensibilidad.
Al quinto mes se hace el estudio morfológico fetal para conocer la anatomía del feto y descartar anomalías, con una efectividad cercana al 100%. A la vez existe un 80% de probabilidades de diagnosticar qué tipo de enfermedad puede sufrir el feto, como por ejemplo, cardiopatías congénitas, hidrocefalia, alteraciones del riñón, hernia diafragmática, labio leporino y catarata congénita, entre muchas otras.
'Esto es bastante útil, porque en primer lugar permite descartar anomalías y tranquilizar a la madre. Si se diagnostica una alteración, hay casos que requieren un tratamiento inmediato al nacer, por lo que hay que estar preparados.
De esta forma se puede ganar tiempo y tomar las medidas necesarias después del parto para evitar que la enfermedad evolucione', explica el doctor Astudillo.
Asimismo, hay ciertas afecciones que se pueden tratar realizando cirugía intrauteriana, es decir, operando al bebé dentro del útero. Un ejemplo es la hernia diafragmática, los problemas de transfusiones sanguíneas entre gemelos y arritmias, entre otros.
La ecografía también permite monitorear algunas patologías que evolucionan durante el embarazo, como las malformaciones renales o la hidrocefalia. Esto permite ver el grado de gravedad y, si es necesario adelantar el parto, para que la enfermedad no termine con la vida del niño o comprometa el órgano afectado.
A la vez, en esta etapa del embarazo se puede detectar a través de parámetros específicos el riesgo de que se produzca un parto prematuro.Esto se efectúa midiendo el cuello del útero.
También es posible pesquisar el riesgo de desarrollar hipertensión inducida por el embarazo, más conocida como preeclampsia. Para ello se miden los vasos sanguíneos que irrigan el útero (arterias uterinas). Además, se se está en condicones de observar si hay retardo del crecimiento intrauterino.
Por último, en el tercer trimestre es posible detectar el riesgo de sufrimiento fetal durante el trabajo de parto. Esto se realiza a través de la medición de los flujos sanguíneos que circulan entre el niño y la placenta, y la forma en que se distribuyen, técnica conocida como Doppler.
Además, se evalúan los parámetros biofísicos del bebé, como el hecho de que se mueva, que tenga líquido amniótico o que haya movimiento respiratorio, entre otros.
'Por eso, el riesgo de asfixia en el parto, que era muy frecuente antiguamente, actualmente se puede prevenir porque se detecta antes y, si es necesario, se indica cesárea para evitarlo', concluye el especialista.