Estrés infantil: pequeños con grandes preocupaciones

Por Clinica Alemana mar. 15, 2006, 20:00

De qué se pueden preocupar los niños? A menudo se suele pensar que ellos viven en una burbuja protegidos de cualquier circunstancia perturbadora. Pero la verdad es que al igual que los adultos, ellos tienen inquietudes y como no saben de qué se trata son incapaces de explicar lo que les sucede.

Esta situación puede originar estrés, que es la respuesta a un factor que crea un cambio emocional y/o físico. Si bien este estado de ansiedad puede ser útil porque sirve como motivación, en exceso puede interferir tanto en la vida social como en la salud.

Loreto Focacci, psicóloga de Clínica Alemana, explica

"... que como el niño tiene pocas experiencias previas no sabe cómo actuar frente a nuevas circunstancias, y es por esto que se estresa, porque desconoce cómo enfrentarlas. De hecho, es posible que lo afecten cambios que son considerados como mínimos por un adulto".

El dolor, la enfermedad, la pérdida de un ser querido o la existencia de estrés en los padres -por divorcio o problemas económicos- pueden gatillar esta ansiedad en el niño.

 

El rol de los padres


'Los niños rara vez se dan cuenta de que están estresados, por lo que es deber de los padres estar atentos a situaciones potencialmente inquietantes y a los síntomas que el pequeño manifieste frente a éstas', asegura la especialista.

 

El estrés infantil se puede presentar a través de molestias físicas, tales como dolor de cabeza, problemas estomacales, dificultad para dormir, enuresis y cambios en el apetito.

 

Además, se manifiesta con ansiedad, incapacidad de relajarse, miedos nuevos o recurrentes, rabia, llanto, y regresión a comportamientos de etapas anteriores del desarrollo. Muchas veces también los niños se muestran reacios a participar en actividades grupales.

 

La sicóloga explica que los padres pueden ayudar a sus hijos a responder frente al estrés dándoles un hogar seguro, consistente y confiable. Asimismo, es fundamental incentivarlos a hacer preguntas y a expresar su opinión y preocupaciones, sin criticarlos.

 

También es indispensable construir una autoestima sólida a través de estímulos y afecto, para lo que es aconsejable involucrar al menor en situaciones en las que pueda tener éxito, darle la posibilidad de tomar decisiones para que sienta que tiene algún control de su vida. Asimismo, se le debe mantener informado de cambios que se puedan producir en su familia y en su entorno escolar.

 

De esta forma, la educación y el apoyo del entorno facilitan una mejor adaptación a nuevas circunstancias.

 

Sin embargo, en caso de que el niño no tenga respuesta positiva frente al refuerzo entregado por la familia, se debe recurrir a un profesional para que evalúe la situación.