Así ocurre con los remedios, vitaminas y vacunas. Casi todos traspasan esa barrera y las consecuencias dependen de las características del fármaco, la dosis ingerida, la edad gestacional y las propiedades de la placenta, que es más vulnerable al principio, por lo que se recomienda evitar cualquier medicamento durante el primer trimestre de embarazo.
Al feto, los remedios podrían afectarle su correcto desarrollo; mientras que al influir sobre la placenta, altera las funciones de intercambio de nutrientes y oxígeno entre la mamá y su hijo. Asimismo, pueden provocar la contracción de los músculos uterinos, haciendo que el bebé reciba menos sangre.
Durante los primeros días de gestación, los fármacos administrados pueden, desde no afectar al feto, hasta provocarle la muerte, principalmente en la etapa preembrionaria, que va desde la concepción hasta el día 17 (tres días después del atraso menstrual). Luego, durante la etapa embrionaria (del día 17 al 56), empiezan a formarse los órganos, por lo que se considera la fase más vulnerable.
'Entonces, una mujer podría estar embarazada y no darse cuenta, justo en el momento más riesgoso', explica el doctor Max Polanco, ginecólogo de Clínica Alemana. Agrega que por esto, se recomienda no tomar remedios sin supervisión médica si se está buscando un embarazo.
Por lo tanto, durante el primer trimestre, hay que evitar cualquier tipo de medicación. Después, durante el segundo y tercer trimestre, los remedios ya no provocan malformaciones, pero sí podrían producir alteraciones en el crecimiento fetal y el proceso de embarazo.
Cada vez es más frecuente que mujeres portadoras de alguna enfermedad crónica quieran embarazarse. Esta condición no es un impedimento, pero debe discutirse con el médico tratante y planificar el mejor momento para buscar el embarazo, considerando tanto el estado de la enfermedad, como el momento cuando se ingieren las menores dosis de fármacos.
Para esto, las pacientes necesitan una consulta pre-embarazo en la cual se determina el mejor momento y los medicamentos más adecuados para controlar la enfermedad base, pero en la menor cantidad y dosis posibles.
'No es una contraindicación tener una patología crónica, pero sí es un embarazo que requiere de un control especial y del manejo conjunto del especialista que trata la enfermedad y del obstetra. Hoy no es posible que una mujer se arranque de su doctor para embarazarse', establece el doctor Polanco.
Por ejemplo, se espera que las mujeres que tienen SIDA no se embaracen, porque le transmitirán al hijo una enfermedad que los acompañará de por vida. Pero, si de todas formas ocurre, deben empezar (o seguir) con la terapia trivírica, porque ésta evita hasta en dos tercios el riesgo de transferirles el virus a sus hijos. De no hacerlo, prácticamente todos, nacerán con el
Las mujeres que tienen diabetes no pueden dejar de tomar sus medicamentos, porque aumentan los riesgos en el embarazo. Mientras que algunas madres no pueden dejar de controlarse la hipertensión, el asma o el cáncer, ya que afectaría además, al embrión.
Con respecto a las vacunas, existen campañas a nivel nacional para que las mujeres en edad fértil se preparen ante un eventual embarazo, como por ejemplo, contra la rubéola. Pero una vez que ha empezado la gestación, no se recomienda ninguna, sobre todo, las con virus vivos atenuados, como las de la rubéola, paperas, sarampión y varicela, que están contraindicadas, excepto cuando el riesgo es menor que el beneficio.
Otro ejemplo es la vacuna contra la influenza, que pueden utilizarla las mujeres desde el segundo trimestre de embarazo. No antes.
No hay peligro con las inoculaciones contra la hepatitis A y B, la rabia, la difteria, el cólera, el tifus y el tétano.