La radioterapia es uno de los tratamientos más efectivos que se utiliza para destruir las células cancerígenas, y así evitar que se sigan reproduciendo y que el tumor continúe creciendo.
Según el doctor Andrés Córdova, jefe del Servicio de Radioterapia de Clínica Alemana, aproximadamente el 50% de los pacientes con cáncer deberá ser tratado con este método durante la evolución de su enfermedad, ya sea como procedimiento con intención curativa o paliativa.
Este tratamiento utiliza radiaciones ionizantes, es decir, ondas electromagnéticas o partículas que tienen la facultad de ionizar la materia que atraviesan. Dentro de las más empleadas se encuentran los rayos X (aceleradores lineales), gamma (Cobalto 60 y otros) y los electrones (aceleradores lineales).
El radioterapeuta sostiene que 'este procedimiento puede emplearse como tratamiento único o asociado a otras terapias como cirugía, quimioterapia u hormonoterapia'.
La irradiación puede efectuarse mediante fuentes radioactivas colocadas en contacto con el blanco a tratar (braquiterapia) o a distancia (teleterapia). En algunos casos es necesario combinar estas técnicas. La teleterapia (la más usada) se realiza en forma fraccionada, esto significa que se aplican pequeñas dosis diarias, hasta completar la dosis prescrita por el especialista.
La planificación de la radioterapia es un proceso complejo y de alta precisión que comprende varias etapas en las cuales intervienen diferentes profesionales como oncólogos radioterapeutas, tecnólogos médicos, físicos médicos y técnicos en radioterapia.
El primer paso es realizar un análisis de los antecedentes clínicos del paciente, un examen físico y la definición del objetivo del tratamiento por el oncólogo radioterapeuta, quien determina la técnica más apropiada.
Se realiza una simulación del tratamiento en la que se define la posición adecuada del paciente para recibir la terapia y se confeccionan los elementos de contención necesarios para asegurar una adecuada y cómoda posición. Los especialistas delimitan y marcan la zona anatómica a tratar y, en la mayoría de los casos, se realizan tatuajes en la piel.
Con la información obtenida se realiza una reconstrucción tridimensional computacional de la persona. Esto permite definir la técnica de tratamiento, el número de campos, la energía del haz de radiación a utilizar, y las protecciones para cada uno de ellos, lo que permite entregar la dosis prescrita al blanco y proteger los órganos sensibles. Luego se revisa la dosimetría, distribución de dosis, y si todo está bien, se autoriza el tratamiento.
Después se ingresa la información del tratamiento prescrito en el computador del acelerador lineal, usando el disco magnético de transferencia creado en el planificador, y se fabrican y revisan las protecciones requeridas según sea el caso.
Finalmente, cuando se realizan todos los procedimientos y exámenes previos se da inicio a la radioterapia. El paciente es ubicado en la mesa de tratamiento del equipo, según la técnica determinada en la simulación usando las marcas de referencia (tatuajes) y los elementos de contención requeridos.
El doctor Andrés Córdova sostiene que 'la irradiación es completamente indolora, como tomarse una radiografía. Todo queda debidamente registrado en el disco magnético del paciente y anotado en la ficha técnica de tratamiento'.
Por lo general, la radioterapia externa dura entre dos y siete semanas, lo que comprende una sesión diaria de lunes a viernes.
Los pacientes son controlados por su oncólogo radioterapeuta al menos una vez por semana, para seguir su evolución clínica. Una vez finalizado el tratamiento, es necesario un control médico por al menos un mes antes del alta, para lo cual se cita al paciente.
Hay que tener en cuenta que las sesiones de radioterapia externa no hacen 'radioactivo' ni contagioso al paciente. En general éste podrá continuar con su rutina habitual, tomando todas las precauciones indicadas y siguiendo los consejos de su oncólogo radioterapeuta.
Los efectos secundarios (que dependen de la zona tratada) más frecuentes son:
- Irritación o enrojecimiento de la piel.
- Sensación de fatiga.
- Náuseas.
- Diarreas.
- Irritación de las mucosas, alteración del gusto y disminución de la salivación.