La esquizofrenia es una de las enfermedades mentales más graves y es desarrollada por una de cada cien personas. Aunque es una patología sin cura, la mayoría de los pacientes son tratados farmacológicamente, por lo que los avances en esta materia son imprescindibles, especialmente para mejorar su calidad de vida.
La doctora Patricia Rentería, psiquiatra de Clínica Alemana, explica que las últimas investigaciones apuntan a los beneficios de los antisicóticos atípicos, cuya principal cualidad es que su función se delimita a ciertos sectores. 'Antes lográbamos controlar la enfermedad, pero eran medicamentos 'muy sucios', es decir, muy poco específicos, que nos hacían ganar por un lado y perder por otro, debido a que tenían muchos efectos colaterales', enfatiza.
Según la especialista, los fármacos de nueva generación son verdaderos 'antiesquizofrénicos', ya que actúan sobre síntomas específicos de la esquizofrenia y detienen más la progresión de la enfermedad, con lo que mejora increíblemente la calidad de vida de los pacientes.
Además, explica que los antiguos medicamentos para la psicosis, al bloquear los receptores de dopamina, bajaban el delirio y las alucinaciones, pero el problema es que también bloqueaban a nivel migroestratial, lo que producía un aumento de acetilcolina, produciendo un parkinson farmacológico (el paciente manifiesta la enfermedad sin padecerla). A nivel tuberofundicular (hipófisis) también aumentaba la prolactina, por lo que la persona experimentaba una disminución de la libido, o bien, presentaba ginecomastía.
Otra característica que los hace atípicos es que no se pegan tanto al receptor en el bloqueo, sino que hay una 'constante de disociación', lo que significa que se disocia rápido, lo que disminuye el riesgo de presentar efectos extrapiramidales.
Los fármacos de última generación están indicados para todos los pacientes diagnosticados con esquizofrenia, en todos sus niveles. 'Se trata de una enfermedad que lleva al deterioro, pero al iniciar tratamientos rápidos, en casos detectados precozmente, la probabilidad de que el paciente tenga una muy buena calidad de vida, cercana a la normal, es mucho mayor', enfatiza.
Respecto del diagnóstico de esta enfermedad, la especialista recomienda estar atento a ciertos síntomas, como un cambio brusco en la conducta de un adolescente que, por ejemplo, antes era comunicativo y alegre, y ahora está especialmente retraído, se encierra en su pieza, no cuida su higiene o su imagen se empieza a deteriorar. La doctora Rentería explica que no hay que alarmarse, ya que puede tratarse de una depresión -común a esta edad-, o bien de consumo de drogas, pero en ambos casos es motivo de consulta y hay que diagnosticarlo médicamente.