La fibromialgia consiste en una alteración en la percepción del dolor; lo que se traduce en una sensibilidad exacerbada la cual carece de medidas preventivas pero se puede tratar tomando en cuenta el malestar tanto físico como emocional.
Existen personas que se quejan de dolor generalizado en músculos y en los tejidos que conectan los huesos, ligamentos y tendones, y muchas veces son tildadas de hipocondríacas. Sin embargo, este malestar existe y se denomina fibromialgia, una enfermedad que no tiene causa aparente y que aún no es aceptada del todo en la sociedad.
La fibromialgia consiste en un trastorno que se caracteriza por dolor crónico musculotendíneo generalizado, en el cual no hay enfermedad orgánica reconocida en el área con molestias.
La doctora Alejandra Segovia, reumatóloga de Clínica Alemana, explica que, 'anteriormente, se conocía esta enfermedad como fibrositis (itis = inflamación), pero este término fue desechado porque no hay inflamación en los sitios dolorosos'.
En la actualidad, se sabe que en las zonas del cuerpo donde los pacientes con fibromialgia sienten dolor no existe ninguna alteración, no hay inflamación, ruptura de tejidos ni lesiones en esa área. 'Sin embargo, hay alteraciones funcionales demostradas en el Sistema Nervioso Central. De hecho, se han observado diferencias en las imágenes cerebrales entre pacientes con fibromialgia y normales. También se demostró que existen diferencias en los niveles de algunos neurotransmisores aumentados y otros disminuidos', afirma la reumatóloga.
En realidad, la fibromialgia consiste en una alteración en la percepción del dolor; lo que se traduce en una sensibilidad exacerbada, de tal manera que se perciben como dolorosos estímulos que normalmente ni siquiera se advierten o que sólo se sienten como una incomodidad. Estos pacientes también son más sensibles a las temperaturas, y toleran peor el frío y el calor.
Esta enfermedad se asocia con frecuencia a otros trastornos de la esfera psicosomática, como colon irritable, vejiga irritable y cefalea. Además, se manifiesta con sequedad bucal y ocular, jaquecas y mal dormir. Estos síntomas hacen que el afectado sienta dolor y fatiga, lo que se traduce finalmente en una mala calidad de vida.
La doctora Segovia sostiene que el diagnóstico es fundamentalmente clínico. En 1990, el Colegio Americano de Reumatología estableció dos criterios a considerar para diagnosticar fibromialgia: uno relacionado con los síntomas, que se refiere al dolor generalizado que se manifiesta en los lados izquierdo y derecho; adelante y atrás; y arriba y debajo del ombligo. El segundo aspecto que hay que tener presente es el examen físico, en el cual se debe encontrar al menos 12 puntos específicos dolorosos de un total de 18.
Por último, se efectúan algunos exámenes básicos, fundamentalmente para reafirmar en el paciente la ausencia de otro tipo de patología.
¿Qué hacer?
No se conocen medidas preventivas para evitar la fibromialgia. Esta enfermedad es crónica y, si bien los síntomas algunas veces mejoran, en otros casos pueden ser cíclicos o empeorar, y continuar durante meses o años.
La clave está en buscar ayuda profesional que incluya un manejo y tratamiento integral, que considere a la persona como un todo. 'Si hablamos de dolor debemos tener en cuenta que éste es una experiencia física y emocional, por lo que el tratamiento debe abarcar los dos aspectos', explica la doctora Segovia.
En primer lugar, es importante educar al paciente, explicándole que su dolor es real, que es molesto, pero que no debe preocuparse por la deformación o invalidez, puesto que las estructuras que le duelen no están comprometidas. En ese mismo sentido es relevante, tanto para el equipo de salud como para la familia, empatizar con la situación del enfermo, y reconocer que no se trata de una simulación, ni una hipocondría.
'Estos pacientes tienen peor calidad de vida que la de muchos otros enfermos en que la enfermedad es claramente orgánica y la sobrevida pudiera estar afectada, como por ejemplo un paciente con insuficiencia cardiaca, diabetes mellitus, asma y otros', afirma la reumatóloga.
Si se combinan las tres medidas, el rendimiento es mejor que cada una por sí sola. Cabe destacar que los antiinflamatorios tradicionales tienen demasiados efectos colaterales y, dado que no hay inflamación, es preferible evitarlos. Tampoco están indicados los derivados opiáceos (de la morfina). Además, es importante tratar las demás condiciones frecuentemente asociadas como colon irritable, sequedad en los ojos y cefalea, entre otros.
'El síndrome de fibromialgia no produce un aumento en la tasa de mortalidad', asegura la reumatóloga.
Unidad de Reumatología
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