Dolor en la parte baja de la columna, acompañado en algunos casos de pérdida de sensibilidad y de fuerza en los brazos y las piernas, es el principal síntoma de la hernia lumbar.
Esta patología que, generalmente, se da entre los 40 y 50 años, es el resultado de la degeneración y pérdida de las propiedades elásticas del disco invertebral, que son estructuras fibrosas a modo de cojines que existen entre cada dos vértebras y amortiguan los movimientos de la columna vertebral.
El doctor Bernardo Merello, traumatólogo de Clínica Alemana, explica que 'diversas enfermedades, traumatismos o simplemente la edad provocan que dichos discos pierdan su elasticidad y se fragmenten. Cuando todo o parte de este disco afectado se desplaza fuera de su lugar, puede comprimir estructuras nerviosas y provocar síntomas como dolor lumbar irradiado a miembros inferiores, lo que da origen a la conocida ciática'.
Asimismo, el dolor empeora con la tos y el estornudo porque la presión aumenta mucho en ese momento y la hernia comprime aún más la raíz del nervio. El diagnóstico se realiza mediante la exploración clínica neurológica y se confirma con pruebas de imagen (scanner o resonancia magnética) y/o neurofisiológicas. El resultado de estos estudios no siempre es seguro, pudiendo haber diferentes criterios en su interpretación.
Generalmente, la hernia lumbar se puede manejar con tratamiento médico y ejercicios, los que tienen la finalidad de fortalecer los músculos que rodean la columna, de manera que tanto los músculos de la espalda como los del abdomen se hagan más fuertes. Esto permitirá que disminuya la presión sobre el disco y molestará menos. El doctor Merello afirma que 'entre el 75 y 80% de los pacientes con hernia no se opera, ya que la kinesiterapia ayuda a su recuperación'
Sin embargo, cuando el dolor es intratable y existe compromiso neurológico se debe recurrir a la opción quirúrgica como medida terapéutica en función de las características personales del paciente, su evolución clínica y el resultado de las pruebas diagnósticas realizadas. Los pacientes intervenidos una vez, pueden requerir en el futuro nuevas cirugías en el mismo o en otros niveles de la columna vertebral.
Los riesgos de este procedimiento son los propios de cualquier intervención quirúrgica -reacción a los fármacos anestésicos, infección, hemorragia-. Las enfermedades previas del paciente condicionan el postoperatorio y la evolución subsiguiente.