El cáncer de ovario es generalmente asintomático y se suele diagnosticar en etapas tardías. Usualmente lo padecen mujer mayores de 50 años y es probable que lo desarrollen mujeres que nunca se han embarazado.
Del tamaño de una almendra, los ovarios son órganos esenciales del sistema reproductor de la mujer, ya que producen los gametos femeninos u óvulos, los cuales son fecundados por los espermios para dar origen a un nuevo ser. Es así como su función fundamental es crear vida. Sin embargo, hay ocasiones en que son el origen de una silenciosa y maligna enfermedad: el cáncer ovárico.
Lo más común es que esta patología se localice en las células que recubren esta glándula, el epitelio. En este caso se habla de cáncer epitelial de ovario, el cual afecta principalmente a las mujeres mayores de 50 años. En cambio, en las pacientes más jóvenes, el cáncer ovárico más frecuente es el que se origina en las células germinales.
El doctor Pablo González, ginecólogo oncólogo de Clínica Alemana, explica que si bien el cáncer de ovario no es una patología muy prevalente, se estima que anualmente se diagnostican alrededor de 250 nuevos casos en Chile. Esto lo transforma en el segundo cáncer ginecológico pelviano más común a nivel nacional, después del de cuello uterino.
Por el contrario, se ha observado que este cáncer es más frecuente en las mujeres que nunca se han embarazado, en aquellas con antecedentes familiares de esta enfermedad y en las que viven en zonas urbanas. También se sostiene que el riesgo es mayor cuando se ha estado en tratamiento por infertilidad, sin embargo, existe una extendida controversia sobre este tema.
Una enfermedad que avanza sigilosamente
El cáncer de ovario es generalmente asintomático, por lo que suele diagnosticarse en etapas tardías, es decir, cuando se ha diseminado a otros órganos, como útero, sistema digestivo y ganglios. Esto hace que tenga un mal pronóstico, con una sobrevida que no supera el 40% a cinco años. Es así, como anualmente mueren alrededor de 340 chilenas por esta causa, de acuerdo a cifras del Ministerio de Salud.
'Cuando el tumor ha alcanzado un volumen, entre 12 y 15 centímetros de diámetro, se producen molestias de tipo digestivo o urinario, dependiendo de si está comprimiendo el intestino o la vejiga. También es posible que exista algún tipo de complicación que origine un cuadro de abdomen agudo. En estos casos el dolor suele obligar a la afectada a consultar en un servicio de urgencia', sostiene el especialista.
En cuanto al tratamiento, éste es fundamentalmente quirúrgico. La idea es extirpar el tumor y en caso que esté diseminado realizar una citorreducción, que consiste en extraer la mayor cantidad posible de tejido maligno. Luego, se aplican tratamientos complementarios en base a drogas, es decir, quimioterapia.
'Lamentablemente, no existe un método de screening para detectar precozmente esta patología, como por ejemplo, la mamografía en el caso del cáncer de mama, y el Papanicolau, en el de útero. Por lo tanto, la mejor manera de pesquisarla oportunamente es el control ginecológico periódico', asegura el doctor González.