La importancia del dinero y del ahorro se va inculcando principalmente en base al modelo que ofrecen los mismos padres a sus hijos y a la filosofía de vida que les transmiten.
Además, para un niño pequeño, por su desarrollo cognitivo, resulta difícil relacionar el valor monetario de las cosas con el esfuerzo del trabajo. Este es un aprendizaje que se va dando en el tiempo y la mesada puede contribuir a ello.
La psicóloga Pascuala Donoso, de la Unidad de Adolescencia de Clínica Alemana, explica que el recibir una mesada, más que ésta en sí misma, le da al niño la oportunidad de ir aprendiendo a administrar el dinero, lo que favorece el desarrollo del autocontrol, la tolerancia a la frustración, la toma de decisiones y la planificación.
No obstante, las ventajas dependen, entre otras cosas, de las características del niño, del modelo transmitido por los padres a través de sus propias conductas como consumidores y de los objetivos que se tengan para darla.
¿A qué edad se comienza a dar?
Aunque no hay una edad exacta, entre los ocho y nueve años es recomendable comenzar a entregar la mesada, ya que el niño puede manejar las operaciones aritméticas básicas, aunque también depende de las características individuales de cada uno.
En cuanto al monto, éste depende de la etapa de desarrollo en la que se encuentre, de los valores que quiera transmitirle la familia, de las necesidades que tenga el niño y de su capacidad para administrarlo.
Si el pequeño se gasta toda la mesada en el quiosco del colegio, no contribuye al aprendizaje que al día siguiente los padres le compren golosinas a la salida. 'Si no logra postergar la gratificación de sus deseos inmediatos, debiera sufrir las consecuencias de esto, favoreciendo el autocontrol, aunque se frustre. Al adulto puede parecerle una nimiedad darle ese pequeño gusto, sin embargo, esta acción contribuye a su formación. Además, ahorrar para comprarse algo más grande, le permite ir experimentando la recompensa que implica el esfuerzo del ahorro.
Mesada v/s castigo
La mesada debiera ser un dinero que se le da al niño de manera periódica, regular, y no estar condicionada a su conducta ni al rendimiento, como tampoco al que colabore en las tareas de la casa. De hecho, esto último tendría que ser una responsabilidad compartida de acuerdo con la edad de cada uno por formar parte del grupo familiar.
Cuando hay un problema de conducta, a menos que éste se derive directamente de un mal uso del dinero, en vez de disminuir la cantidad o eliminarla, es recomendable que el hijo aprenda a través de las consecuencias de sus acciones. 'Si un adolescente se pasa de los minutos asignados para su celular, debería pagar la diferencia con su mesada', sostiene la especialista.
Muchas veces, para los padres, pagar a cambio de que los hijos hagan algo constituye una manera de ejercer poder y control. Estas acciones favorecen actitudes de chantaje en los niños, y siempre hay otras formas de premiar', afirma la psicóloga.
Por último, enfatiza que es importante que los pequeños vayan entendiendo que la distribución de los recursos dentro de una familia no es arbitraria, sino que obedece a una planificación que involucra una toma de decisiones en la que se evalúan necesidades, prioridades y recursos disponibles, ya que el presupuesto es limitado.
Para el cumpleaños, ¿el dinero o el regalo?
Según la psicóloga, no es conveniente obsequiarles dinero a los niños para su cumpleaños o Navidad, ya que el regalo, más allá de su valor monetario, es algo simbólico, personalizado, que implica un tiempo que los padres dedicaron para pensar en el niño.
Sin embargo, desde la adolescencia, dependiendo de las características del hijo y de la situación, podría ser positivo darles la oportunidad de usar el dinero en algo que anhela, pero de todas maneras, en este caso, se le debiera hacer un pequeño obsequio simbólico, como por ejemplo, una tarjeta escrita con algo dirigido hacia él.
Unidad de Adolescencia
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