Cuando la piel se deshidrata, se reseca y, a la larga, envejece. Las señales de este daño cutáneo son resequedad, mayor grosor, apariencia resquebrajada, con fisuras e, incluso, erosiones y eritema (enrojecimiento). Por eso, hay que tomar medidas para no descuidarla, especialmente en niños, ancianos y en quienes tienen pieles secas o sensibles, ya que sufren más en esta estación, mientras que las normales o grasas tienen mayor resistencia.
Entre los elementos irritantes que la afectan en estos meses se encuentran los cambios de temperatura, la acción del frío y el viento, la escasa humedad producida por los sistemas de calefacción y los tóxicos de la contaminación ambiental. También, influye la ropa y zapatos con mayor porcentaje de fibra sintética, ya que aumentan la transpiración, con la consecuente deshidratación cutánea.
“La cara es una de las partes que necesita más protección en invierno, por ser más delgada y delicada, más expuesta al frío, el viento y el sol, acumulando daño solar. Los codos, al ser una piel más gruesa y de apoyo, necesitan más hidratación. Asimismo, los labios por su mayor exposición al medio ambiente y porque muchas veces se cree que mojarlos con saliva sirve cuando están partidos, pero la saliva reseca e irrita. Por último, las manos también deben ser cuidadas, por la constante exposición y porque el agua y los detergentes las irritan”, explica la doctora Soledad Aspillaga, dermatóloga de Clínica Alemana.
De igual forma, algunas patologías empeoran durante el invierno, como la dermatitis atópica y la psoriasis, y otras aparecen durante esta temporada como el eritema perneo o sabañones, que son una respuesta inflamatoria anómala al frío y la humedad por problemas vasculares en zonas periféricas como manos y pies.
La especialista agrega que otro factor a considerar durante el invierno es que las personas se observan menos la piel, con el riesgo de no notar alguna lesión dermatológica maligna y no consultar por ella.
Cómo cuidar la piel en invierno
- Evitar los cambios bruscos de temperatura.
- Evitar el uso continuado de fuentes de calor y no exponerse a éstas muy de cerca.
- Utilizar humidificadores para aumentar el nivel de humedad ambiental.
- Preferir baños cortos y con agua no muy caliente.
- Mantener la piel hidratada mediante el uso de cremas y el consumo de líquidos.
- Aplicarse bálsamo labial varias veces al día en caso de que se resequen.
- Usar factor solar al realizar deportes de invierno, tanto en la cara como en los labios.
Departamento de Dermatología
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