Muchas mujeres notan que cuando cruzan el umbral de los 40 años suben de peso con más facilidad y les resulta cada vez más difícil deshacerse de esos kilos extras.
La doctora Carolina González, nutrióloga jefe del Programa Vivir Liviano de Clínica Alemana, explica que en esta etapa de la vida se producen una serie de cambios hormonales que contribuyen a aumentar la grasa corporal total y a que ésta se distribuya de otra manera.
“Normalmente, en las mujeres, la grasa se deposita en forma de pera, con predominio en caderas y glúteos. Sin embargo, después de los 40 años, ésta tiende a ubicarse principalmente en tronco y abdomen, dando una apariencia similar a la de manzana”, asegura.
Aparte de la influencia hormonal, en esta etapa de la vida muchas mujeres experimentan cambios importantes que influyen a nivel emocional -como la suspensión de la menstruación y la independencia de los hijos- , lo que también podría promover cambios de hábitos alimenticios que finalmente se traducen en sobrepeso.
Lo peor es que esta mayor acumulación de tejido adiposo no sólo afecta la apariencia sino también la salud.
La grasa en el organismo puede ser subcutánea (debajo de la piel) o visceral (entre y en los órganos). Esta última es la más perjudicial, ya que secreta hormonas que favorecen el desarrollo de síndrome metabólico, diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular. “Si a esto se suman sedentarismo y tabaquismo existe un riesgo muy alto de infarto al miocardio”, agrega la nutrióloga.
¿Cómo sé si esos kilos extras están afectando mi salud?
El Índice de masa corporal (IMC) es una herramienta de gran utilidad para determinar si alguien tiene sobrepeso u obesidad. Si a esto se agregan otros elementos sencillos, como la circunferencia abdominal, es posible definir el riesgo para la salud, dado que esta medida refleja la grasa visceral. Por ejemplo, una mujer con una cintura mayor a 88 cm tiene mayores probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares.
¿Qué puedo hacer?
La doctora González, aconseja mantener un peso saludable con una dieta sana que incluya proteínas y lácteos bajos en grasas, fibra y verduras. La idea es que todo esto tenga un aporte calórico adecuado (entre 1600 y 1800 calorías), considerando que a esa edad el gasto es menor. Igual de relevante es hacer actividad física, combinando ejercicio aeróbico con otros de resistencia, los que en total deben sumar más de 150 minutos a la semana.
Está comprobado que una adecuada rutina de ejercicios es muy útil para fortalecer la masa muscular, mantener una buena salud cardiovascular y quemar calorías a corto plazo.