Testimonio de un sobreviviente de muerte súbita por paro cardiorrespiratorio.
Era un domingo como cualquiera. Como siempre, fui en la mañana a jugar fútbol, almorcé en mi casa y como a las 5 partí a ver a mi polola. Iba manejando, subiendo por la calle General Blanche. De repente, sin darme cuenta ni sentir nada, quedé en negro. No me acuerdo de nada más. Todo lo que sé me lo contaron después. Había sido un día absolutamente normal, no hubo nada que me alertara de lo que iba a pasar y nunca me sentí mal. Al no tener el control del auto, me crucé a la otra pista y choqué con otro auto. Tuve muerte súbita por paro cardiorrespiratorio. Menos mal que en el auto de atrás iba un médico y en otro un bombero. Me hicieron reanimación básica y llamaron a la ambulancia, sino me hubiese muerto ahí.
Todo sucedió demasiado rápido. Cuando iba en la ambulancia, perdí el pulso tres veces… fue muy heavy que me contaran eso, o sea como que me morí y me resucitaron tres veces. Al llegar a la Clínica me ingresaron a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y ahí me practicaron el tratamiento de hipotermia, que fue clave para que no sufriera ningún tipo de secuela neurológica. ¡Es muy fuerte, porque después los doctores me dijeron que yo tenía un 99% de probabilidades de quedar con alguna! No me acuerdo muy bien de cuando desperté. El accidente fue el domingo 20 de marzo de 2011 y el 29 era mi cumpleaños. Lo tuve que pasar en la clínica, pero sólo tengo escenas de ese momento. Estuve como tres semanas hospitalizado y cuando salí estaba tan bien que fuimos a almorzar al McDonald’s. Ni siquiera tuve que hacer rehabilitación, solo realizar unos test para ver si había perdido algo del lenguaje, pero salió todo perfecto.
Obviamente, al principio no podía manejar y tengo que ir frecuentemente a chequeos con el cardiólogo con exámenes que al principio eran mensuales y que con el tiempo se han ido espaciando.
Poco a poco he ido recuperando mi vida de deportista. Ahora puedo trotar, hacer bicicleta y jugar tenis, midiéndome la frecuencia cardiaca con un reloj especial. No existe la posibilidad de saber si esto puede volver a pasar y tampoco hay explicación de por qué me pasó. Pero lo que me deja tranquilo es que me pusieron un desfibrilador en el pecho, y si me vuelve a ocurrir, este aparato me da un golpe eléctrico automático y me reanima en el momento.
Lo que más destaco de la Clínica Alemana es la calidad de sus profesionales que en todo minuto me demostraron ser de un nivel altísimo. Ellos me devolvieron a la vida, por decirlo de alguna forma. Fue un milagro.
Hipotermia terapéutica inducida: Una técnica que ayuda a evitar secuelas neurológicas
El doctor José Miguel Montes, especialista en neurointensivo y jefe técnico de la UCI Adultos, y el cardiólogo y médico tratante, doctor Gonzalo Alarcón, ambos de Clínica Alemana, cuentan que Carlos tuvo una muerte súbita debido a una fibrilación ventricular, secundaria a alguna arritmia. Fue reanimado en el lugar por un médico que iba pasando. Su traslado a la clínica fue rápido, ingresó a la UCI, donde se le sometió a hipotermia terapéutica inducida por 48 horas, técnica que fue clave en su evolución.
“El enfriamiento terapéutico inducido post paro cardiaco tiene muy buenos resultados, ya que mejora el pronóstico funcional cerebral neurológico de los pacientes que sobreviven. En este caso hubo tres factores claves: reanimación precoz, traslado y asistencia rápida, y uso de técnica de hipotermia con la que se enfrió al paciente protegiendo su cerebro por dos días”, explica el doctor Montes. Este procedimiento se hace mediante un catéter por vía vena cava inferior, conectado a un circuito que va acoplado a una máquina que enfría el suero que circula en contacto con la sangre, bajando la temperatura de ésta a 34 grados celsius. El especialista explica que en un paro cardiorespiratorio el cerebro tolera 5 minutos sin flujo, después de ese período aumenta exponencialmente la incidencia de daño neurológico. El proceso de recambio de cirulación después del paro cardiorespiratorio de la sangre por todo el cuerpo se llama síndrome de reperfusión, en el que se producen una serie de cascadas metabólicas que dañan el cerebro, lo que se atenúa significativamente con la hipotermia.
Clínica Alemana fue una de las primeras instituciones en contar con esta técnica en Chile hace cinco años, y para ello se trabaja con un sistema protocolizado en la UCI.