Cuándo complacerlos y cuándo no

Por Clinica Alemana ago. 2, 2012, 20:00

Para muchos padres, comprar el regalo que sus hijos tanto piden es una manera de demostrar su amor. Sin embargo, ceder sin medida frente a estas peticiones no siempre es beneficioso.

El doctor Alfonso Correa, psiquiatra infantil de Clínica Alemana, explica que cuando las peticiones de los hijos son escuchadas y reflexionadas, y se concluye que son atingentes y constructivas, es bueno llevarlas a cabo. Sin embargo, cuando la solicitud no corresponde a su edad o representa un riesgo, lo mejor es no concretarlas.

Suena lógico, pero es frecuente que los padres se equivoquen frente a los deseos de sus hijos. Incluso, muchas veces, transgreden sus propias creencias de lo que consideran más apropiado para ellos.

“Es necesario aclarar que no se trata de limitar la entrega de afecto ni de restringir los bienes materiales solo por el hecho de exponerlos a la frustración. La idea es no consentir, simplemente, por miedo a la reacción del niño o para que este no se moleste”, argumenta el psiquiatra.

Cómo decirles que no
La manera de negarse a los deseos de un hijo depende de la edad y del grado de convicción o de flexibilidad que tengan los padres respecto de lo que se le está prohibiendo.

De esta manera, si los papás están absolutamente convencidos de su decisión, simplemente, dirán que “no”. Para este momento, la recomendación es que se expresen en forma tranquila y segura, que escuchen las razones del niño, y que le expliquen el motivo de su negación, de acuerdo a su edad y a las circunstancias.

“No obstante, si los argumentos que da el hijo son atendibles, por supuesto que se puede negociar”, agrega el doctor.

Algunos motivos
En ocasiones, las experiencias pasadas, los temores o los deseos de los padres salen a la luz cuando complacen a los hijos. Según el especialista, en esta actitud “puede haber algo de carencias excesivas (principalmente de aspectos afectivos) de los papás, de temor a las pataletas del hijo o de miedo a la presencia de emociones desagradables como la rabia o la frustración”. Sin embargo, agrega que es necesario comprender que esas emociones no son negativas, sino que forman parte del desarrollo de los niños y de las vivencias que les corresponde experimentar, y la evitación o negación de estas no los ayudan en nada.

Consecuencias y consejos

Los niños que están acostumbrados a hacer su voluntad tienen una visión más egoísta y egocéntrica de las cosas, velan por sus propios deseos y creen que todo gira en torno a ellos. Esto, a largo plazo, los transforma en personas irritables, agresivas, intolerantes ante la frustración e incapaces de manejar adecuadamente la rabia.

Por esta razón, el consejo para aquellos padres que están acostumbrados a ceder ante las peticiones de sus hijos, es acabar de raíz con dicha práctica, aunque el niño no esté de acuerdo con eso. “Cuando los papás se dan cuenta de la situación y deciden terminarla, le pueden informar a su hijo que habrán algunos cambios y que comenzarán a decirle que no frente a algunas situaciones, porque están convencidos de que será mejor para él”, comenta el doctor Correa. Además, para que el proceso resulte exitoso es importante que se logre un acuerdo entre las distintas figuras adultas que participan en la crianza de ese niño o joven.

Así, el hecho de que el hijo no consiga siempre lo que quiere, le permite desarrollar un sentido de realidad y empatía. “El no complacer permite entregar cierto criterio de realidad, no dar falsas esperanzas, y conocer y afrontar juntos las limitaciones que se presentan”, expone el especialista.

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¿De qué manera perjudica a un niño ser consentido en todo?

El doctor Correa, sostiene que estos niños comienzan a creer que son y seguirán siendo el centro del mundo. Si los consienten en todo, los padres potencian el egocentrismo inicial natural y lo mantienen hacia la adultez, generando una muy baja tolerancia a la frustración.


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