Surgen en el rostro, específicamente en la zona de las mejillas, sobre los labios y la barbilla. Si bien su origen está relacionado con causas genéticas, generalmente, se dan durante el segundo o tercer trimestre del embarazo y después del parto desaparecen.
Otro problema común en esta etapa es la hiperpigmentación cutánea (la piel se oscurece) en algunas áreas, principalmente el ombligo, las areolas de los pezones y la zona púbica. Sin embargo, también puede pasar en el cuello, cara, brazos y piernas.
Estos cambios en la piel son producto del aumento de un grupo de hormonas propias del embarazo, llamadas progestágenos, las que incentivan la producción del pigmento de la piel o melanina. Por eso también puede aparecer este problema al tomar anticonceptivos o terapias de reemplazo hormonal en la menopausia.
Para evitar que los rayos ultravioleta acentúen estos problemas, lo más importante es el uso de filtros solares factor 30, los que deben ser aplicados media hora antes de exponerse al sol. A esto hay que sumar otras medidas como el uso de polera, anteojos y sombrero. Asimismo, no es recomendable exponerse a los rayos solares entre las 10 de la mañana y las 17:00 horas, y no se debe ir al solárium.
Otro elemento que hay que considerar es el daño que pueden producir las quemaduras solares en las embarazadas, ya que aumentan la producción de radicales libres, sustancias que aceleran la degeneración celular y pueden influir negativamente en el proceso de gestación.
El exceso de sol también puede provocar otros problemas. Como las embarazadas tienen una temperatura mayor que el resto de las personas, son menos tolerantes al calor y a sus efectos, como el agotamiento y la deshidratación. Por eso, es necesario evitar la exposición solar y tomar suficiente líquido durante el día.
Asimismo, en el embarazo hay menos tolerancia a los cambios de presión provocados por variaciones de temperatura. Por eso es recomendable evitar los paseos en las horas más críticas, mantenerse en lugares frescos y utilizar ropa cómoda y ligera.
* Este artículo se realizó con la colaboración del Dr. Juan Víctor Valdivia, ginecólogo de Clínica Alemana.
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