La psicóloga infantil de Clínica Alemana Sandra Oltra explica que la aparición de los amigos imaginarios, habitualmente, coincide con la etapa de pensamiento mágico del desarrollo de los niños, es decir, entre los dos y cinco años.
No todos tienen la experiencia de un amigo imaginario durante su desarrollo. La especialista agrega que “se ha buscado alguna predisposición directa, sin embargo, aún no se ha llegado a conclusiones definitivas. Se ha descrito en niños con necesidad de socialización producto de ser hijos únicos o hijos menores que no tienen muchas oportunidades de interactuar con sus pares, así también en niños con carencias afectivas. No obstante, también hay algunos que sin tener estas carencias poseen una rica imaginación y su potencial de fantasía y sensibilidad la expresan a través de estos amigos idealizados, con quienes comparten gustos, intereses y deseos, y a través de los cuales, expresan los miedos e incertidumbres de su crecimiento. Esto proporciona un espacio de ensayo para la socialización, otorgándoles seguridad yla posibilidad de expresión de emociones.
Habitualmente, los niños cuentan con un solo amigo imaginario, pero pueden existir otros y compartir indistintamente con cada uno de ellos en forma individual o grupal.
“No existen efectos negativos en el desarrollo por la presencia de un amigo imaginario. Sin embargo, hay que estar atentos a que el niño tenga la oportunidad de experimentar relaciones significativas y afectivas en un grupo social de su edad, así como dentro de la familia, con el fin de que a medida que vaya creciendo incorpore a los otros en su mundo y, a la vez, él mismo se vaya incorporando en redes sociales acordes a su edad.
Alrededor de los seis años, coincidiendo con la entrada al colegio y la oportunidad de establecer relaciones más cercanas con sus pares, los amigos imaginarios tienden a ir desapareciendo. Sin embargo, no hay una edad fija para ello. “Lo que habría que observar es si el niño, a pesar de tener la oportunidad de interactuar con otros de su edad, se retrae y prefiere permanecer en su fantasía en lugar de compartir con sus pares”, asegura Sandra Oltra.
¿Qué relación deben tener los papás con este ser?
Se aconseja que la reacción de los padres frente a los amigos imaginarios sea de respeto, no hay que tratar de convencer al niño de que no existe ni retarlo por conversar con él o por hacerlo partícipe de sus actividades. Sin embargo, se sugiere no reforzar ni estimular la existencia del amigo. Es posible lograr conocer las necesidades del niño y, eventualmente, las carencias que estaría sintiendo a través de una continua observación de las conversaciones que entabla, los contenidos, las características de su amigo, los intereses que comparten y los valores que se transmiten a través de las actividades con él (empatía, compañerismo y solidaridad, entre otros).
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