Esta condición, llamada hipolactasia, está determinada por la incapacidad de digerir la lactosa, tipo de azúcar presente en la leche, debido a la falta de actividad de la enzima lactasa, producida por la mucosa intestinal. Esto deriva en síntomas como dolor o malestar abdominal, meteorismo, y deposiciones blandas o diarrea luego de ingerir leche en cantidad variable. Sin embargo, la mayoría de las personas con intolerancia a la lactosa, no presenta síntomas, aunque tomen leche.
La hipolactasia puede producirse como consecuencia de diversas enfermedades que dañan la mucosa del intestino (secundaria o adquirida), pero la causa más frecuente es la inactivación genéticamente programada de la actividad de la lactasa (hipolactasia primaria del adulto).
“La primaria está presente en el 50% de la población chilena y hasta en el 88% de la mapuche. Se trata de un rasgo genético hereditario, de alta frecuencia en población amerindia y, por lo tanto, muy frecuente en poblaciones con alto mestizaje”, afirma el doctor Antonio Rollán, gastroenterólogo de Clínica Alemana.
El especialista agrega que la de tipo secundaria puede manifestarse a cualquier edad, de acuerdo a la enfermedad causal, mientras que la primaria aparece a edades variables, pero en la mayoría se detecta entre los 8 y 10 años.
¿Será intolerancia a la lactosa o colon irritable?
Como los síntomas son inespecíficos y pueden estar presentes en múltiples patologías digestivas, muchas veces se confunde a la hipolactasia con infecciones parasitarias, neoplasias, enfermedad celiaca o trastornos digestivos funcionales, como intestino irritable.
Con respecto al último, el doctor Rollán destaca que los síntomas de la intolerancia a la lactosa (IL) aparecen exclusivamente luego de ingerir cantidades importantes de leche con lactosa, mientras en el intestino irritable (SII) los síntomas se asocian en forma inconstante a la ingesta de múltiples alimentos, incluyendo la leche.
Asimismo, como ambas condiciones son frecuentes no es raro que coexistan.El demostrar hipolactasia no significa que sea la causa de (todos) los síntomas y no descarta la presencia de colon irritable u otras patologías.
Para diagnosticar la intolerancia a la lactosa, se puede realizar un test genético (una muestra de sangre) para buscar la variante genética más frecuente asociada a hipolactasia, un test espiratorio que detecta un aumento en la producción de hidrógeno en el aire espirado luego de ingerir una dosis de lactosa, un test de glicemia post carga, el que mide el nivel de glicemia después de ingerir una dosis de lactosa; o durante una endoscopía se puede realizar una determinación de actividad de lactasa en la mucosa duodenal con una biopsia.
La intolerancia a la lactosa se puede tratar reduciendo significativamente la ingesta de leche o consumiendo leche sin lactosa, lo que hacen muchas personas que tienen este problema con síntomas y se dan cuenta espontáneamente, sin necesidad de consultar al médico. También se pueden utilizar preparados enzimáticos que aportan lactasa (se venden en farmacias) antes de ingerir el lácteo.
En cuanto a la duración, la intolerancia a la lactosa primaria, por ser genética, no desaparece y se mantiene de por vida. En tanto, la secundaria, derivada por ejemplo de una infección, se puede revertir cuando la mucosa recupera su normalidad.
Servicio de Gastroenterología
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