Se trata de una condición neurobiológica que se inicia en la infancia y se caracteriza por presentar tres tipos de síntomas: inatención, hiperactividad e impulsividad. Puede ser de tres tipos: predominio atencional, predominio hiperactividad/impulsividad o mixto.
El doctor Marcos Manríquez, neurólogo infantil de Clínica Alemana, explica que se trata de un cuadro que siempre ha existido, aunque hay factores que han contribuido a que hoy se diagnostique más debido a una cultura menos restrictiva de las conductas disruptivas en los niños, además de existir mayor exigencia académica.
Es más frecuente en varones, pero los casos en niñitas han subido, especialmente, los cuadros de predominio atencional, ya que es menos notorio para los profesores, y de diagnóstico más difícil y tardío que el que se presenta con hiperactividad.
El especialista dice que la principal inquietud que tienen los papás es si, efectivamente, su hijo tiene o no déficit atencional, ya que muchos plantean que es un tema del colegio más que un problema del niño.
Por eso es fundamental un diagnóstico clínico certero. “Muchos papás quieren un examen de laboratorio, pero no existe. Lo que sí es muy importante es que el especialista haga una historia detallada de las conductas del niño y una información completa de al menos dos ambientes principales en que se desenvuelve el niño -colegio y casa-, para descartar otras causas neurológicas, psicológicas y psiquiátricas que puedan presentar conductas similares”, enfatiza.
¿Qué hacer?
Los ejes centrales del tratamiento son la psicoeducación de la familia (características del cuadro y su tratamiento); la terapia farmacológica y el apoyo del colegio con adaptaciones en la sala y en la malla curricular.
En preescolares con este diagnóstico, al principio se puede hacer un tratamiento solo con terapia psicopedagógica para mejorar sus habilidades de atención. Sin embargo, en niños más grandes esto tiene menos efectividad que si se complementan con fármacos, psicoeducación y otras técnicas terapéuticas.
La principal aprensión de los papás es la indicación de medicamentos debido a la preocupación que existe hacia los efectos colaterales y la dependencia que pudiera provocar un psicoestimulante como el metilfenidato, el remedio más usado.
Lo importante es que los padres sepan que el medicamento no tiene efectos colaterales significativos, se ha usado por muchos años y, cuando está bien indicado con un diagnóstico correcto, no produce dependencia.
“Existen muchos estudios que indican que, a largo plazo, los pacientes con déficit de atención tratados con fármacos tienen un mejor pronóstico que aquellos que no”, indica.
El doctor Manríquez explica que a los padres que prefieren no darle remedios a sus hijos se les debe explicar claramente el cuadro, informar de la seguridad del uso del medicamento y averiguar cuáles son sus temores, conversar con ellos y plantearles que se trata de una decisión conjunta entre ellos y el médico”, destaca.
Además, agrega que la principal consecuencia de no tratar adecuadamente el déficit atencional es que puede afectar la autoestima de los niños, debido a los malos resultados académicos y los problemas conductuales asociados al cuadro, lo que a largo plazo provoca un mayor riesgo de desarrollar problemas de personalidad y adaptación social.
El rol del colegio también es fundamental, ya que debe hacer una adaptación en la sala; realizar, muchas veces, evaluaciones diferenciadas; ayudarles en la aceptación e integración con sus pares, y reforzar su autoestima, evitando críticas y premiando sus logros.
En el déficit atencional existe una gradualidad de los síntomas. En los casos más graves y dependiendo de factores ambientales, puede ser necesario mantener el tratamiento de por vida o en algunos periodos de acuerdo a las exigencias laborales o académicas.
“Para obtener un diagnóstico certero y manejo adecuado es primordial que la evaluación la realice un especialista con experiencia.
Sin duda, puede estar sobrediagnosticado, pero se debe a que en ocasiones lo ve un médico no experto en el tema. Lo importante es que los padres consulten si tienen sospecha y sepan que se trata de un cuadro que bien manejado tiene muy buenos resultados”, concluye.
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