Existen distintos exámenes para poder detectar a qué se es alérgico , de manera de evitar su consumo .
Leche de vaca, maní, huevo y mariscos son algunos de los productos que con mayor frecuencia generan alergia alimentaria, que es una respuesta inmunitaria exagerada desencadenada por el consumo de ciertos alimentos.
Las personas más proclives a desarrollarlas son quienes ya padecen otras alergias y aquellas que tienen antecedentes familiares de esta enfermedad (no solo alimentarias, sino también otras), ya que existe una predisposición genética a reaccionar exageradamente frente a alérgenos (agentes que gatillan la alergia) ambientales inhalados o alimentarios. El asma también es un factor de riesgo, porque las paredes internas de las vías respiratorias se inflaman y estrechan, lo que las hace más sensibles.
La doctora Patricia Roessler, inmunóloga de Clínica Alemana, explica que las alergias alimentarias pueden ser de tipo inmediatas, o sea que ocurren dentro de la primera hora de ingerido el alimento; o retardadas, que son aquellas que se presentan entre 24 y 48 horas después de la ingesta.
Dentro del primer grupo existen unas leves, como el síndrome de alergia oral -picazón de la boca, hormigueo, asociado o no a hinchazón-; otras moderadas, como urticaria y angioedema, y algunas graves como la anafilaxia, que es cuando resulta afectado más de un órgano blanco, generalmente piel, sistema respiratorio, sistema digestivo y circulatorio; por ejemplo, urticaria asociada a dificultad respiratoria, o angioedema más dolor abdominal.
En caso extremo se puede producir un shock anafiláctico, en que hay una gran dilatación de los vasos sanguíneos, que hace que llegue menos flujo de sangre a los tejidos, lo que puede provocar incluso la muerte. En cambio, las manifestaciones de las alergias retardadas son, generalmente, de tipo gastrointestinal, en forma de diarreas, reflujo gastroesofágico, dificultad para tragar, entre otras manifestaciones. También se pueden presentar a nivel de la piel, como dermatitis.
La inmunóloga afirma que, además de la leche de vaca, el maní, el huevo y los mariscos, hay otros alérgenos comunes como soya, trigo y pescado. En adultos, también es común la alergia a alimentos vegetales, manifestada como síndrome de alergia oral.
Además, se puede producir reactividad cruzada, que es cuando dos productos tienen proteínas en común a las que el paciente puede reaccionar. La doctora Roessler cuenta que existe reactividad entre la leche de vaca y la carne de vacuno en el 10% de los casos; también es bastante común entre distintos crustáceos. En el caso de los vegetales, ocurre entre algunos pólenes y frutas; una de las más comunes es el síndrome látex-fruta que se genera en personas alérgicas al látex luego de comer ciertas frutas, como tomate, kiwi, palta y piña, presentándose como síndrome de alergia oral.
¿Cómo se puede saber bien a qué se es alérgico?
En el caso de las alergias alimentarias inmediatas, se efectúa un examen llamado 'prick test' u otro de sangre denominado IgE específica. Cuando estas pruebas son negativas y sigue existiendo sospecha clínica de un alimento determinado, el diagnóstico definitivo se hace mediante un test de provocación oral, en que se administra el alimento sospechoso en un centro asistencial en forma controlada.
En las alergias de tipo retardado, son de utilidad los tests de parche, para identificar los productos que se deberían eliminar de la dieta. Sin embargo, el diagnóstico definitivo se hace indicando suspender el consumo del alimento sospechoso por varias semanas. Luego, si la persona mejora, este debe volver a ingerirlo para ver si regresan los síntomas.
No existe un tratamiento para la alergia alimentaria, por lo tanto, lo único que se puede hacer es evitar el alimento que la gatilla. “Si las reacciones han sido graves como anafilaxias, el paciente debe usar un brazalete que indique a qué es alérgico y llevar consigo un autoinyector de adrenalina, que es lo que le salvará la vida”, concluye la doctora Roessler.