Las hernias más comunes en esta etapa son las umbilicales que se ven como una protuberancia en el ombligo .
La pared abdominal, a veces, se debilita y puede producirse un orificio por el que puede asomarse parte de alguno de los órganos internos, eso es una hernia. Las más frecuentes son las inguinales, crurales (femorales) y umbilicales.
Estas últimas son habituales durante la gestación y suelen manifestarse en la segunda mitad del embarazo, debido al aumento de peso y crecimiento del útero, pero no surgen en este proceso: “No existen las hernias propias del embarazo, lo que ocurre es que como el útero va creciendo, puede hacer manifiesta la presencia de una hernia umbilical preexistente”, explica el doctor Max Polanco, ginecólogo de Clínica Alemana.
La hernia umbilical se ve como un aumento de volumen del ombligo o como una protuberancia, principalmente, al hacer algún esfuerzo físico abdominal. Esto no debe confundirse con la eversión normal del ombligo (cuando “se da vuelta”), condición que desaparece luego del parto.
¿Qué hacer con una hernia?
Las hernias no son peligrosas ni afectan al feto y, haya embarazo o no, requieren los mismo cuidados, que consisten en estar atento a la aparición de alguna complicación, como el atascamiento. En ese caso, es necesaria una cirugía para evitar que alguna víscera se atore o tuerza en la hernia y pierda el flujo sanguíneo.
“La cirugía no se debe realizar durante el embarazo ni en el puerperio, el ideal es hacerlo en forma diferida pues se tiene mejores resultados. Además, si una hernia no se corrige, sin duda que se volverá a hacer presente en futuros embarazos”, afirma el especialista.