Deformidades en los dedos de los pies: el zapato hace la diferencia

Algunas de las más comunes son los dedos en garra, martillo y en mazo, cuyas diferencias radican en cuál es la articulación más afectada.

Por Clinica Alemana may. 24, 2015, 21:00

Amortiguar el impacto de cada paso, soportar el peso de todo el cuerpo, además de equilibrarlo y trasladarlo de un lugar a otro, son algunas de las funciones que cumplen los pies, una estructura compleja integrada por 28 huesos; la mitad de ellos corresponden a los ortejos o dedos, y se llaman falanges.

Cuando su anatomía se ve alterada, puede repercutir en otras partes del organismo, con consecuencias que pueden ir desde dolor, problemas circulatorios y dificultad para caminar hasta alteraciones en otras estructuras musculoesqueléticas y, a largo plazo, el desarrollo de artrosis.

Las causas más comunes de las deformidades son las hereditarias y el uso de zapatos de taco y punta estrecha.

 

Tipos de alteraciones

 

Algunas de las deformidades más comunes que pueden experimentar las falanges son dedos en garra, martillo y en mazo, cuyas diferencias radican en cuál es la articulación más afectada.

De acuerdo al doctor Cristián Ortiz, traumatólogo jefe del Equipo de Tobillo de Clínica Alemana, los pacientes afectados suelen tener una deformidad dolorosa, con un callo, en la parte de encima del dedo. El diagnóstico es eminentemente clínico y se apoya con frecuencia con el uso de radiografías.

 

Los más afectados

 

Estas alteraciones son más comunes en mujeres y en personas mayores, pero también pueden darse en niños y adolescentes. “No existe una estadística de la frecuencia exacta, pero se estima que la prevalencia de estas alteraciones aumenta con la edad, estando presente en al menos la mitad de los pacientes mayores de 50 años, aunque no siempre existan síntomas”, precisa el especialista.

Explica que las causas más comunes de las deformidades son las hereditarias y el uso de zapatos de taco y punta estrecha, sin embargo, también existen causas neurólogicas, reumatológicas, traumáticas, entre otras.

 

¿Hay solución?

 

El doctor Ortíz indica que el tratamiento principal es el uso de zapatos amplios y protectores de ortejos para disminuir el roce del calzado.

Ocasionalmente, alguna plantilla podría ayudar, pero también es posible que quite espacio dentro del zapato y genere más molestias que beneficios. Si de esta forma el problema no se controla, existen ciertas cirugías con muy buenas expectativas de éxito y recuperación.