Este trastorno puede desarrollarse a cualquier edad y si no existe una red de contención, hay más probabilidades de dependencia y adicción.
Un niño que pasa una, tres, cinco o más horas frente a la consola, sin poder dejar de jugar, aunque se lo proponga, es un ejemplo de ludopatía, conducta que implica realizar una actividad con una intensidad que sobrepasa lo normal y sano, que atenta contra la propia salud y que se realiza con pérdida de control sobre el tiempo.
Así lo explica el doctor Alfonso Correa, jefe de la Unidad de Psiquiatría Infantil de Clínica Alemana. “En estos casos el niño destina más tiempo del adecuado a un juego, transgrede los límites que le ponen los padres, lo usa más tiempo de lo que él mismo se propone inicialmente, deja de hacer otras actividades útiles y placenteras, por estar involucrado en el juego. Asimismo, cuando no está jugando piensa en que lo hará, ocupa tiempo en prepararse para esto o en convencer a sus padres”, precisa.
El especialista agrega que si se da la dinámica antes mencionada, el pequeño puede llegar a desarrollar síntomas de abstinencia, es decir, cuando no está jugando tiene molestias físicas y psíquicas que lo hacen pensar en ello y querer volver a jugar.
“La ludopatía puede desarrollarse a cualquier edad. Los niños, sin el apoyo adecuado de padres u otros adultos, están más propensos a un mal uso y posteriormente a una posible dependencia y adicción”, explica el psiquiatra.
Para prevenir esta conducta se recomienda fortalecer otras actividades en las que sienta retribución emocional y afectiva, evitar la carencia en habilidades sociales que favorezcan que el niño se encierre en este tipo de juegos, entregarle herramientas para el desarrollo de la personalidad y control de la predisposición hereditaria a la adicción, junto con evitar patrones adictivos en los modelos parentales.
¿Tiene tratamiento?
Sí. En primer lugar, hay que tratar la patología de base como posibles trastornos depresivos y alteraciones en el desarrollo de la personalidad del menor. Asimismo, se debe trabajar en aumentar habilidades sociales, mejorar el control sobre el uso y reforzar la confianza en sí mismo para la realización de otras actividades.
Factores de riesgo
- Mal control de parte de los adultos a cargo sobre el uso de juegos por parte de los niños que probablemente desaten alguna adicción.
- Carencia de actividades que retribuyan emocional y afectivamente.
- Inseguridades dentro del desarrollo de la personalidad y la predisposición hereditaria a la adicción.