El envejecimiento, patologías propias de la tercera edad y el consumo de algunos medicamentos pueden perjudicar el sueño.
Con la edad, se suman varios factores que pueden afectar el buen dormir, las etapas más profundas del sueño disminuyen, lo que conlleva a que los adultos mayores se despierten con más facilidad durante la noche y más temprano en la mañana. Por eso, muchos duerman menos y, en algunos casos, mal.
Según las pautas de grupos internacionales de expertos, los adultos mayores deben dormir entre 7 y 8 horas. El doctor Leonardo Serra, neurólogo del Centro del Sueño de Clínica Alemana, afirma que en general,en la tercera edad,más que reducir el tiempo total de sueño, este se tiende a repartir entre el nocturno, que se acorta un poco, y una siesta para compensarlo y completarlo.
Pero la cantidad no es lo más importante, lo fundamental es que el sueño sea reparador. Por eso, cuando esto no ocurre y la persona se encuentra somnolienta o cansada durante el día, es importante consultar con un especialista, ya que dormir mal en esta etapa puede afectar la memoria, la concentración y el ánimo, lo que disminuye el rendimiento intelectual y físico. Asimismo, puede perjudicar la presión y función metabólica, además de aumentar el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares.
También hay que tener buenos hábitos para dormir
El doctor Serra explica que el poco descanso en la tercera edad se debe, en parte, a la menor capacidad del cerebro para mantener un sueño profundo, a problemas propios del envejecimiento, como molestias hormonales en las mujeres y dificultades prostáticas en los hombres. Asimismo, el consumo de algunos medicamentos puede afectar el buen dormir.
También es habitual que los adultos mayores tengan malos hábitos de sueño, como pasar gran parte del día en el dormitorio y realizar la mayoría de sus actividades ahí, además de acostarse muy temprano, lo que lleva a despertar en la madrugada. Esto se puede ver potenciado cuando, además, no se tratan patologías dolorosas que afectan el sueño, trastornos respiratorios o el síndrome de piernas inquietas.
El especialista agrega que es común, en la tercera edad, dormir una siesta durante el día para compensar la falta de sueño, lo que puede profundizar el problema: “Las personas que padecen insomnio deben evitar esta práctica y se aconseja que para quienes realmente la necesitan, no dure más de media hora y que sea después de almuerzo, nunca muy tarde”.
Adecuada higiene de sueño para la tercera edad
- Mantener horarios regulares y tener rutinas al acostarse.
- Hacer actividades al aire libre, especialmente, al final de la mañana y después de almuerzo.
- Quienes se acuestan y despiertan muy temprano, se benefician especialmente con actividad al aire libre después de la hora de almuerzo (con mucha luz ambiental).
- Hacer ejercicio regular, idealmente, antes de las 17:00 horas.
- Limitar las siestas.
- No acostarse sin haber comido. La cena debe ser liviana o, al menos, consumir una colación para no dormirse con el estómago vacío.
- No ingerir cafeína más tarde de la hora de almuerzo (evitar, por ejemplo,el té, café, mate, bebidas cola, chocolate).
- Usar el dormitorio para dormir y para la vida sexual, no para actividades como comer, ocio, ver televisión o usar el computador, entre otros.