Muchas veces para la pareja se trata de episodios comunes y pasajeros, pero está demostrado que sí afectan a los niños.
A veces se tiende a creer que los niños no se dan cuenta de la tensión que hay en el hogar, pero lo cierto es que hasta los más pequeños se percatan y les afecta ver a sus padres discutir.
Así lo explica el doctor Alfonso Correa, jefe de la Unidad de Psiquiatra Infantil de Clínica Alemana, quien sostiene que algunas de las señales de alerta que se observan en los niños cuando están siendo afectados son irritabilidad, dejar de jugar, ansiedad, problemas de concentración, dormir o alimentarse mal. Otro signo es que toman un rol de adulto y se transforman en orientador de uno de los padres”.
En el caso de los niños más pequeños, aunque no comprendan el lenguaje verbal, son especialmente perceptivos del estado emocional de los padres. La adolescencia también es un periodo crítico, en que la evidencia cercana de una relación dañina puede hacerlos cuestionarse en forma muy profunda cómo va a ser su propia relación con una pareja a futuro.
'Discutir en buenos términos siempre va a ser beneficioso. Si los hijos ven que los padres, pese a las diferencias, son capaces de ponerse de acuerdo, se les está educando a resolver conflictos”, señala es especialista.
Consecuencias de las discusiones
Según el especialista, algunos de los resultados de discutir frecuentemente frente a los hijos son:
- Los niños se vuelven emocionalmente inestables.
- Les afecta ser testigos de una mala forma de expresar las emociones y la ausencia de resolución de conflictos.
- Tergiversan la forma de comportarse cuando dos personas se aman.
- Les cuesta reconocer y regular sus propias emociones.
- Se pueden sentir culpables como agentes provocadores de la discusión.
- Tienden a reproducir el patrón conflictivo con sus pares y en su entorno.
- Se acostumbran y validan el conflicto como medio de comunicación.
- En la vida adulta, repiten el mismo patrón.
Recomendaciones
- Es bueno discrepar, pero de manera sana.
- Si se está consciente de que la conversación se podría transformar en pelea, se debe sostener fuera de la casa.
- Estar atentos a discutir las menos veces posibles delante de los hijos y reconocer que se está frente a un conflicto y no tratar de falsearlo.
- No hacerlos partícipes de la discusión ni crear la necesidad de que escojan apoyar a uno de los padres.