Todos los veranos, la Urgencia Escolar recibe a niños como Antonio, que han sufrido este tipo de accidentes, los que son frecuentes.
Varias heridas profundas en una pierna y tres operaciones fue el resultado del accidente que tuvo Antonio Escabini, de diez años, a principios de enero del 2015. “Estábamos en Santo Domingo y él jugaba a la escondida en la casa, andaba súper acelerado, le dije más de una vez que no siguiera corriendo, hasta que cruzó el ventanal”, cuenta su mamá, Cecilia Walker.
Los papás lograron parar la hemorragia de su pierna izquierda con un torniquete y lo llevaron al consultorio local, ahí limpiaron los cortes y les dijeron que tenían que viajar inmediatamente a Santiago.
Una vez en la Urgencia Escolar de Clínica Alemana, donde él está afiliado, tuvo que ser operado con el propósito de superar la emergencia inmediata. Unos días después, ingresó de nuevo a pabellón para tratar una lesión neurológica provocada por la evolución posterior del hematoma. Luego, vinieron meses de rehabilitación con kinesiología.
El doctor Rómulo Melo, neurocirujano que operó a Antonio, explica que un corte por vidrio puede ir desde algo simple como erosiones y heridas superficiales, hasta otras muy complejas que comprometen músculos, vasos sanguíneos o nervios, e incluso la vida.
“Por ejemplo, si un nervio es seccionado, debe considerarse que se perderá su función, es decir, habrá disminución de sensibilidad en una zona de la piel y afectará algunos movimientos, lo que debe ser reparado a la brevedad para aumentar la velocidad de regeneración”, afirma el doctor Melo. Esto puede tomar entre cuatro y doce meses.
Cecilia dice que, a fin de año, notaron una especie de hinchazón en la parte baja de la pierna de su hijo, el que había empezado a cojear. Lo llevaron al neurocirujano y le hicieron una resonancia nuclear magnética, en la que se vio un falso aneurisma en una de las arterias. Así, el 28 de diciembre lo volvieron a intervenir.
El doctor Víctor Bianchi, cirujano vascular de Clínica Alemana, explica que se detectó una lesión de 5 cm de diámetro en una arteria por debajo de la rodilla, cuyo tratamiento se realizó en forma endovascular, sin incisiones, mediante una embolización, procedimiento que busca ocluir el flujo sanguíneo y, así, cerrar la lesión.
“Es habitual que esto se produzca en cortes profundos como los sufridos por Antonio. En su caso, se dio en una rama minúscula de los vasos. La mayoría de los falsos aneurismas se detectan meses después de ocurrida la herida, pues su diagnóstico suele ser tardío. Actualmente, se está vigilando cómo evoluciona”, asegura el especialista.
Cecilia cuenta que ahora Antonio está haciendo su vida normal. “En marzo, veremos si vuelve a kinesiología, pero hay que darle tiempo”, concluye.
Un accidente frecuente
Tal como Antonio, son muchos los niños que cruzan ventanales accidentalmente en verano. “Es frecuente, sobre todo cuando han sido limpiados para fiestas o eventos en las casas y entran corriendo desde las piscinas o patios. Se da más al atardecer, porque los ventanales se cierran y el ojo humano, en esa penumbra, tiene menos capacidad de distinguir el vidrio”, afirma el doctor Guillermo Correia, jefe de la Urgencia Escolar.
Otros accidentes comunes del verano son pisar espinas y vidrios en piscinas o playas, y las mordeduras de insectos en pastos con floración.
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