Esta técnica, que produce menos dolor, tiene mejor resultado estético y permite al paciente reintegrarse precozmente a sus actividades habituales.
La formación de cálculos es la patología más frecuente en la vesícula y se asocia con un mayor riesgo de desarrollar cáncer. El tratamiento consiste en la extirpación de este órgano, cirugía llamada colecistectomía, la que actualmente es posible efectuar con laparoscopía, técnica mínimamente invasiva que permite una recuperación más rápida.
Esta enfermedad, conocida como litiasis biliar, consiste en la formación de cristales que pueden medir desde menos de un milímetro hasta varios centímetros. El doctor Luis Manríquez, cirujano digestivo de Clínica Alemana, explica que muchas veces no produce síntomas, sin embargo, cuando una de estas piedrecillas bloquea un conducto que drena la vesícula puede causar dolor, lo que se conoce como cólico biliar.
Otras manifestaciones posibles son sensación de distensión abdominal e intolerancia a comidas con mucha grasa. Estos cálculos también pueden generar co
mplicaciones como pancreatitis y colangitis (infección en el colédoco, que es un conducto de la vía biliar).
Las probabilidades de desarrollar esta patología aumentan con la edad. Otros factores de riesgo son ser mujer, tener obesidad, estar embarazada o en etapa de puerperio.
¿En qué consiste la colecistectomía?
El diagnóstico de cálculos biliares se confirma con una ecografía abdominal. “El único tratamiento definitivo es la extirpación de la vesícula, cirugía que puede efectuarse por vía laparoscópica, técnica que produce menos dolor, tiene mejor resultado estético y permite al paciente reintegrarse precozmente a sus actividades habituales (luego de 7 a 10 días)”, precisa el doctor Manríquez.
La cirugía laparoscópica consiste en realizar cuatro incisiones (de 5 a 10 milímetros), por donde se ingresa con una cámara e instrumentos quirúrgicos para extirpar la vesícula y sus cálculos.
En este procedimiento, el abdomen se infla con gas con el fin de visualizar los órganos internos con mayor facilidad.
“Generalmente, luego de la cirugía, el paciente puede levantarse con ayuda e ingerir líquidos entre cuatro y seis horas después. Cuando se trata de personas sanas, se requiere habitualmente menos de un día de hospitalización, sin embargo, esto se debe evaluar caso a caso”, concluye el especialista.