Existe evidencia científica de que esta sustancia afecta al cerebro en desarrollo, lo que puede provocar un deterioro cognitivo.
Según un estudio realizado por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol, Senda, en 2015 aumentó la cantidad de alumnos de octavo a cuarto medio que declararon haber consumido marihuana en el último año, llegando a un 34,2%, lo que equivale a 3,6 puntos porcentuales más que los registrados en el estudio anterior (2013) y 19,1 más que en 2009 .
Esto cobra especial relevancia si se considera que es precisamente en esta etapa de la vida cuando los efectos de esta droga pueden ser más perjudiciales. De acuerdo a la doctora Vanessa Cantillano, psiquiatra experta en adicciones de Clínica Alemana, “existe evidencia científica de que el consumo de marihuana afecta el cerebro en desarrollo de los adolescentes, lo que tiene consecuencias negativas en su salud mental y en su vida futura como adultos”. Algunas de las principales consecuencias son:
- Aumenta el riesgo de desarrollar una dependencia a la marihuana.
- Se duplican las probabilidades de desarrollar un trastorno psicótico.
- Crece el riesgo de tener cuadros anímicos (depresión y exaltación de ánimo).
- Se produce deterioro cognitivo y peores resultados académicos.
La especialista explica que entre quienes comienzan a usar esta sustancia en la adolescencia, la suspensión del consumo no restaura completamente el funcionamiento cognitivo. Esto se traduce en memoria deficiente, peor resolución de problemas, menor comprensión verbal, procesamiento más lento y dificultades en el control de las emociones.
Además de estos efectos neuropsicológicos, la marihuana tiene consecuencias negativas a nivel broncopulmonar, reproductivo, inmunológico y cardiovascular, entre otros.
El rol clave de la familia
Las habilidades parentales son un potente factor protector para muchas conductas de riesgo. Algunos consejos para los padres son:
- Definir reglas claras y decir a los hijos que el uso de drogas es inaceptable. Dar siempre el ejemplo.
- Motivar la participación en actividades recreativas, como deporte, música, entre otros.
- Saber dónde están los hijos y qué es lo que hacen durante el día. La supervisión es clave.
- Mantener una buena comunicación con ellos y pasar tiempo en familia.
- Valorar y reforzar los aspectos positivos, recursos y conducta de autocuidado de los hijos.
- Conocer a sus amigos y a los padres de estos.
- Informarse sobre los efectos de la marihuana y conversar con ellos al respecto.
- Estar en contacto con profesores y otros adultos que participen en la vida de los hijos.