Las personas que padecen este trastorno reaccionan agresivamente frente a situaciones cotidianas y sufren crisis de irritabilidad.
Experimentar furia frente a un evento puntual es natural, inherente al ser humano, pero cuando alguien siente una emoción negativa tan grande que gatilla conductas agresivas hacia sí mismo o hacia su entorno se podría estar ante un caso de rabia patológica.
El doctor Alejandro Koppmann, psiquiatra de Clínica Alemana, explica que es normal sentir rabia en relación a un hecho particular y responder de manera proporcional a ello. Sin embargo, cuando este sentimiento aparece sin motivo o de forma exagerada en relación al estímulo, y se mantiene por más tiempo del que corresponde, es patológico.
La rabia sana o en parámetros normales moviliza cambios en el ambiente y se presenta con matices o grados, pero una rabia patológica deja al individuo rígido, incapaz de buscar soluciones; en otras palabras, lo 'ciega'.
Uno de los tipos de ira patológica más común es el Trastorno Explosivo Intermitente, el cual es una clase de Trastorno de Control de los Impulsos. También es posible observar exabruptos de rabia en personas con escasa tolerancia a la frustración o con rasgos rígidos de carácter e impulsividad manifiesta.
“En el caso del Trastorno Explosivo Intermitente la persona sufre crisis de irritabilidad y tiene conductas agresivas de manera súbita, breve y no dirigida. En ocasiones daña su propio patrimonio dándole un puntapié al muro o rompiendo un objeto de la casa, es decir,el paciente afecta sus propios intereses y luego experimenta un gran arrepentimiento”, sostiene el doctor Koppmann.
En la actualidad se discute sobre el rol de la genética y la influencia de los estilos de crianza en la aparición de este tipo de patologías. Es así como se han diseñado tratamientos que contemplan desde terapias psicológicas hasta el uso de fármacos.
Consejos para aprender a controlar la ira
Si bien se suele recomendar que para controlar la ira se debe 'contar hasta tres', lo cierto es que no es una tarea fácil, sobre todo para quienes padecen este tipo de trastorno. Por ello, el especialista enumera una serie de medidas que pueden ayudarles a mejorar su calidad de vida y manejar mejor sus reacciones:
- Hacer actividad física.
- Practicar yoga, realizar estrategias de relajación y técnicas de meditación.Respetar las horas de sueño y evitar la sobreestimulación ambiental.
- Contar con un apoyo psicológico individual o familiar para resolver dificultades de expresión afectiva o de comunicación entre los miembros de la familia.
- Asistir a un entrenamiento en asertividad para aprender a manejarse de la mejor forma posible en resolución de conflictos.
- Evitar el uso de estimulantes y bebidas energizantes, ya que disminuyen la capacidad de freno frente a situaciones estresantes.
- Realizar ejercicios psicológicos de terapia cognitivo conductual para “aprender a contar hasta tres”.
- Optar por un tratamiento farmacológico, en los casos en que su médico así lo sugiera: estos pueden incluir el uso de sedantes, anticonvulsionantes, o antidepresivos en dosis bajas.