Las manifestaciones más frecuentes de esta infección son fiebre, dolor abdominal, dolor de cabeza e inapetencia, entre otros.
Pescado, carne cruda de ave o vacuno y huevos son los principales portadores de salmonella, un grupo de bacterias ubicuo, es decir, que se encuentra en todas partes y que puede permanecer en el ambiente. El contagio que también puede producirse a través del consumo de frutas y verduras sin lavar.
Además puede adquirirse al estar en contacto con reptiles como las serpientes, tortugas y lagartos. Quienes están más expuestos a contraerla son los viajeros y residentes en áreas con malas condiciones sanitarias.
La infección por salmonella produce salmonelosis, cuyas manifestaciones más frecuentes son fiebre, diarrea, dolor abdominal, cefalea (dolor de cabeza), inapetencia, náuseas y vómitos.
Frente a estos síntomas y una vez diagnosticada la infección, es fundamental controlar la deshidratación y sus consecuencias: falla renal y desequilibrio de las sales en el cuerpo. Además, en algunos pacientes con enfermedades crónicas o inmunosupresión (defensas bajas) puede ser fundamental un diagnóstico precoz para iniciar el tratamiento con antibiótico, el que se utiliza solo en determinados casos.
¿Cómo evitar la salmonella?
Consumir carnes y huevos adecuadamente cocidos. Si las primeras se preparan “a la inglesa” -a cocción insuficiente- o los huevos quedan muy “cremosos”, existe riesgo de contagio, al igual que con la mayonesa casera.
Si se está en contacto con reptiles, se aconseja lavarse bien las manos y evitar mordeduras.
Dentro del espectro de la enfermedad, existe una afección por salmonella llamada fiebre tifoidea, representada por unas formas específicas de esta bacteria, para la cual existe una vacuna disponible. Se recomienda consultar a un especialista para saber si está indicado recibirla o no, dependiendo de cada caso.
Pronóstico
En general, la salmonelosis es un cuadro clínico muy molesto, que dura en promedio una semana. El tratamiento consiste en guardar reposo, mantener una dieta liviana y asegurar una adecuada hidratación.
Sin embargo, los niños, adultos mayores y pacientes con enfermedades crónicas o con problemas en el sistema inmune pueden desarrollar un cuadro séptico grave que puede requerir hospitalización, antibióticos o, incluso, vigilancia en una unidad de paciente crítico.
En aquellos casos en que es necesario el uso de antibióticos, su inicio oportuno favorece un mejor pronóstico.
Este artículo se realizó con la colaboración del doctor Luis Miguel Noriega, jefe del Departamento de Medicina Interna de Clínica Alemana, y el doctor Sebastián Solar, infectólogo del Servicio de Urgencia de Clínica Alemana.