El examen de última generación detecta la enfermedad antes de que provoque daño en la capacidad visual, mejorando sustancialmente el pronóstico.
“En la consulta, semanalmente recibimos personas que desconocen su condición y que llegan afectados por la enfermedad en cualquiera de sus etapas”, señala el oftalmólogo de Clínica Alemana, doctor Pablo Romero, sobre la realidad actual del glaucoma, patología para la cual aún no existe una cura definitiva.
Causado por la pérdida gradual de las fibras que conforman el nervio óptico, el glaucoma evoluciona de “manera lenta y silenciosa, generalmente en periodos de entre 5 y 10 años”, indica el especialista, y la gran mayoría de los pacientes no se da cuenta de que la padece. “Uno de los grandes problemas es que los síntomas sólo se manifiestan en las etapas más avanzadas, cuando ya ha comprometido una parte importante del campo visual”, advierte.
Por eso, la clave para enfrentar esta patología está en detectarla en sus etapas iniciales con un diagnóstico “lo más precoz posible e, idealmente, cuando aún no tiene consecuencias”, recalca el especialista.
Es en este campo donde la oftalmología está registrando los principales avances contra el glaucoma gracias al desarrollo de la tecnología de medición del nervio óptico. A partir de su capacidad de observación a muy pequeña escala, el scanner de nervio óptico o tomografía óptica coherente (OCT por su sigla en inglés) descubre la enfermedad en “las etapas más precoces, cuando aún el campo visual no ha sido afectado”, explica el doctor Romero. Esto representa un avance en relación a los sistemas de diagnóstico que captan las variaciones en la visión del paciente, es decir, cuando este trastorno ya ha provocado sus efectos.
“El OCT permite una foto del nervio óptico que demora apenas unos minutos, no requiere ningún tipo de preparación previa y tampoco duele”, indica el especialista sobre este procedimiento que forma parte de los exámenes del Servicio de Oftalmología de Clínica Alemana.
Claves para el diagnóstico del glaucoma
El glaucoma afecta a entre el 1% y 3% de los mayores de 40 años. A partir de esa edad, el riesgo de sufrirla se incrementa, por lo cual se proyecta que su prevalencia seguirá en alza a medida que aumenta la expectativa de vida de la población.
Asimismo, también afecta a personas jóvenes. “Impacta que pacientes activos laboralmente estén en etapas avanzadas de la enfermedad”, señala el especialista, agregando que la mayoría de las personas se percata de esta condición cuando tienen dificultades para moverse en su casa, manejar o detectar objetos fuera de su foco central de visión.
La mejor estrategia preventiva son los controles oftalmológicos periódicos donde, además de la observación del nervio óptico, es fundamental evaluar la presión intraocular y el campo visual.
Para aquellas personas sin antecedentes familiares, el especialista recomienda controles anuales o bianuales a partir de los 40 años. Y en los casos en los cuales la patología esté presente en parientes de primer grado –como padres o hermanos–, la supervisión médica debería empezar a partir de los 30 años en consultas anuales.
“Si bien no hay cura para el glaucoma y la pérdida de visión que ocasiona no se puede restituir, puede detenerse si se la trata en las etapas iniciales sin afectar mayormente esta función”, recalca el doctor Romero.
¿Quiénes tienen mayor riesgo de glaucoma?
- Personas con presión intraocular elevada.
- Mayores de 45 años.
- Familias con integrantes que tienen glaucoma o no tienen visión en uno de sus ojos por una causa desconocida.
- Miopía severa.
- Antecedentes de desprendimiento de retina o trauma ocular.