Hace un año fue diagnosticada, pero eso no le impide cumplir su sueño: subir el Everest. Un desafío que apoyamos y te invitamos #vamosmariapaz.
“Una vez en Nepal, en Katmandú tomaremos contacto con los sherpas y guías, compraremos las últimas cosas y partiremos al valle del Khumbu, donde estaremos unas dos semanas aclimatándonos para llegar el 17 de abril al campamento base a 5.300 metros de altura. Ahí estableceremos nuestro centro de trabajo para estar absolutamente listos en la tercera semana de mayo, cuando se produce una ventana de buen tiempo”. Así resume María Paz Valenzuela la recta final de su mayor desafío en el montañismo: conquistar la cima del monte Everest.
Y no sólo se trata de una ambiciosa iniciativa que la conecta a su larga relación con este deporte –que nació en la universidad y la llevó en 2017 rumbo a las cumbres del Aconcagua y el Denali (la más alta de Norteamérica)–, sino también de un proyecto familiar que apoyan dos de sus hijas y, sobre todo, de la partida de una campaña de salud inédita en nuestro país.
En efecto, el viaje al Himalaya une tres dimensiones profundas en la vida de María Paz Valenzuela, quien de manera abrupta debió enfrentar la amenaza del cáncer de mama. “No tengo antecedentes familiares y hasta ese momento era un tema absolutamente desconocido. Pero me tocó, al igual que a muchas mujeres. Me detectaron el cáncer en mayo del año pasado, lo cual finalmente resultó en una cirugía de mastectomía total y un tratamiento de quimioterapia en ocho sesiones que terminé en diciembre”, recuerda la musicóloga de profesión y madre de tres hijas.
En este trance que define como “muy difícil, muy íntimo y muy personal”, ella asumió el proceso de recuperación buscando “la manera de encontrar el lado más bueno a todo esto, y empecé a investigar sobre esta enfermedad y las causas que la convierten en la primera causa de muerte de mujeres por cáncer en Chile, a un ritmo de entre tres y cuatro al día, que son demasiadas”.
Esa reflexión fue el germen de lo que se convirtió finalmente en una causa social por la cual vale la pena jugarse. “Hay una deuda con esta enfermedad, y al preguntarme desde dónde hacer mi aporte, y ya que me gusta subir
cerros, inventé un proyecto que uniera ambas cosas: el Everest causa el suficiente impacto como para decir: yo tuve cáncer, hice mi tratamiento completo y salí adelante”, señala.
Es desde esta convicción
que reitera que un examen oportuno “hace la diferencia entre la vida y la muerte, y de poder sanarte y recuperar tu vida anterior”, basada sobre su experiencia de tratamiento en Clínica Alemana y sus médicos que destaca
como “fundamentales durante todo este proceso”.
“Junto con invitar a las mujeres a realizarse los exámenes radiológicos como la mamografía anualmente desde los 40 años, o antes si existen
antecedentes familiares para lograr detectar esta enfermedad precozmente disminuyendo su mortalidad, el proyecto de María Paz también es una señal de esperanza para muchas mujeres que han sido diagnosticadas y estuvieron,
o están, en tratamiento”, subraya la doctora Jamile Camacho, especialista
del Centro de la Mama de Clínica Alemana de Santiago. Esta institución fue determinante en el buen manejo de este caso a partir de su estrategia: el Programa de Detección Precoz a lo largo del año y la constante actualización
de las guías clínicas de las indicaciones médicas, que se discuten en un comité semanal al que asisten todos los especialistas dedicados a esta patología, entre ellos mastólogos, radioterapeutas, oncólogos,
cirujanos plásticos y psicólogos.
Los aprontes del ascenso
Clínica Alemana también está comprometida con el apoyo directo a la iniciativa liderada por María Paz Valenzuela, quien junto a sus hijas Natalia y Elisa Jordán serán el núcleo fundamental de la expedición al Everest que se extenderá a lo largo de dos meses. “Buscar financiamiento para un proyecto como éste no es fácil, y acá se han ido subiendo distintas personas e instituciones como Clínica Alemana. Y lo más maravilloso es que mis hijas, que desde siempre han estado relacionadas al mundo de la montaña, se hayan sumado a esta expedición femenina”, enfatiza. Mientras Natalia estará a cargo de la logística, Elisa se encargará de las comunicaciones y difusión de todas las etapas del ascenso al Everest. “En esta oportunidad yo seré la única escaladora e iré con dos sherpas de altura que serán mis guías, y ellas se quedarán en el campamento base como mi apoyo fundamental, y me estarán esperando cuando yo llegue de la cumbre para darnos el primer abrazo”, anticipa María Paz Valenzuela.
¿Cómo se proyecta tras el regreso?
“Primero, hay que enfocarse en subir la montaña y después veremos lo que viene. Para mí sería ideal hacer un gran llamado a todas las mujeres en Chile de hacerse este examen anualmente y de que se hicieran eco de eso. Me gustaría seguir con esa voz”.