La cirugía de várices le permitió dejar atrás los calambres nocturnos, dolor en las piernas y el sedentarismo para dar paso a la práctica deportiva.
Hace un par de meses, Juan Pablo Aliaga corrió los 42 Km. de Londres y obtuvo su mejor marca: 3h y 28 min. Es posible que para algunos ese número no diga nada, sin embargo, para quienes adoran correr lo es todo.
Con 56 años, Juan Pablo es un corredor aficionado que debutó por recomendación médica: “soy asmático y a los 50 años dejé de ser sedentario.
Es lo mejor que pude hacer y desde entonces no he parado. He corrido cinco maratones en distintas partes del mundo y hoy, gracias a la operación de várices, sé que puedo darlo todo en Boston 2020”.
En julio de este año el doctor Juan Seitz, jefe del Servicio de Cirugía Vascular de Clínica Alemana, recibió a Juan Pablo en su consulta. “Tenía una historia larga de evolución de várices que no le habían causado mayores problemas, sin embargo, en los últimos meses había presentado edema, dolor y cansancio. Además, se le hinchaban las piernas, lo cual limitaba su actividad física”.
Se debe tener en cuenta que cada persona tiene una mayor o menor predisposición genética y que existen factores determinantes en aumentar el riesgo de várices, siendo el sedentarismo uno de ellos.
En esta enfermedad, las venas se dilatan y aparecen los cordones varicosos. Es una patología que se diagnostica por examen físico y, para corroborarlo, se hace una ecografía Doppler.
Con esa prueba, se tiene información del estado de las venas, su tamaño, donde se originan las várices y cuál es el sistema venoso afectado. De ahí la pregunta con la que Juan Pablo llegó a Clínica Alemana: ¿Existe algún tratamiento que me permita eliminarlas definitivamente y volver a entrenar de inmediato? La respuesta del doctor Seitz fue un sí rotundo.
Hoy existen distintos mecanismos para tratar las várices. Uno, es la cirugía tradicional, cuyo proceso de recuperación es más lento, y otros menos invasivos, por vía endovenosa, donde se saca la vena que está funcionando mal.
Dentro de estas novedosas técnicas existen dos modalidades. La primera es la termo ablación; que es producir calor dentro de la vena mediante láser o termo frecuencia, en un procedimiento inflamatorio. El otro, todavía más innovador se llama Venasil. “Un adhesivo, de uso médico, que se libera
durante el procedimiento y que deposita un líquido que seca la vena enferma. Su principal ventaja es que ofrece una rápida recuperación, por lo que los tiempos de reposo son muy cortos”, asegura el doctor Seitz, quien complementa: “Los pacientes se hospitalizan en la mañana y durante el mismo día se van a su casa, retornando progresivamente a sus actividades deportivas. “En mi caso, a los nueve días estaba trotando 13 Km. sin ninguna dificultad”, agrega Juan Pablo.
Cesaron los calambres nocturnos y la presión que sentía al correr. “Ahora no siento nada, mis piernas están lisas y preparadas para nuevos desafíos”.