Esta patología abarca complejos síntomas que van desde movimientos bruscos e involuntarios hasta distintos trastornos conductuales.
Los tics se definen como movimientos y/o vocalizaciones bruscas e involuntarias como por ejemplo, cerrar o guiñar un ojo, hacer muecas y doblar el cuello. La presencia de este tipo de gestos durante la infancia es muy común, llegando a presentarse en un 20% de los niños y niñas durante la edad escolar, con un inicio que se produce con mayor frecuencia entre los 5 y 7 años.
En la mayoría de los casos, los primeros tics aparecen en la región de cara, cabeza y cuello, y tienden a aumentar en frecuencia e intensidad al acercarse a la adrenarquia (despertar hormonal) en un rango de edad entre 8 y 12 años, para luego llegar a desaparecer casi por completo cerca de los 18 años. Sin embargo, existe un porcentaje de personas que los sigue teniendo durante la vida adulta.
"Aunque no ha sido identificada la causa de los tics, las investigaciones han mostrado que en quienes los padecen existe un trastorno a nivel de neurotransmisores, sustancias químicas cerebrales como la dopamina y serotonina. Por eso con el estrés o la tensión emocional estos movimientos suelen aumentar y, por el contrario, disminuyen con la relajación o cuando la persona se concentra en una tarea absorbente”, indica el doctor Pedro Chaná, neurólogo y especialista en movimientos anormales de Clínica Alemana.
Una característica muy importante de los tics es que cambian de forma y fluctúan en intensidad a lo largo del tiempo. Las razones de esto son complejas, ya que muchas veces no se debe sólo a un factor, y se ha visto que tienden a aumentar ante gatillantes como el estrés, la ansiedad, el cansancio y la enfermedad. Por ejemplo, se incrementan en niños cada vez que se acerca el mes de diciembre, ya que esperan ansiosamente la llegada de la navidad y las vacaciones.
La mayoría de los menores con tics no requieren medicamentos, y el respeto a su diversidad es suficiente para su bienestar. Sin embargo, en algunos casos pueden llegar a ser dolorosos, causar lesiones, angustia o vergüenza. En ese escenario, la recomendación es que reciban un tratamiento farmacológico a cargo de un especialista del área de neurología o psiquiatría infantil.
Características del Síndrome de Tourette
El Síndrome de Tourette afecta al sistema nervioso y se produce por una anomalía en las sustancias químicas cerebrales, llamadas neurotransmisores, lo que genera que se presenten movimientos involuntarios, rápidos y súbitos en diferentes partes del cuerpo, los cuales varían con el tiempo. La presentación de esta patología puede ir desde la aparición sólo durante un periodo de la infancia, hasta su presentación asociada a trastornos conductuales.
El doctor Chaná explica que “el Síndrome de Tourette es un trastorno neuropsiquiátrico que aparece a lo largo de todo el neurodesarrollo, es decir, existe una alteración en la construcción del sistema nervioso central. Es por esto que toma una forma distinta en cada persona”. En tanto, el diagnóstico se realiza mediante la observación clínica y la revisión de la historia del desarrollo del niño o niña por un profesional médico capacitado.
No existen pruebas de laboratorio o test para confirmar el diagnóstico, pero en algunos casos podría ser necesario hacer algunos exámenes para descartar otras enfermedades que tienen síntomas parecidos.
El síndrome de Tourette se refiere a un complejo de síntomas entre los cuales están los tics pero también se puede asociar a otros trastornos conductuales como:
- Trastornos de Déficit Atencional con o sin hiperactividad (TDAH).
- Descontrol de impulsos.
- Alteración de las funciones ejecutivas.
- Trastornos específicos del aprendizaje: Dislexia / Disgrafía / Discalculia.
- Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).
- Alteraciones sensoriales.
- Trastornos de ansiedad o Crisis de pánico.
- Trastorno generalizado del desarrollo.
Mientras las obsesiones compulsivas son ideas persistentes y repetitivas que causan angustia –por ejemplo, revisar una y otra vez que las luces estén apagadas o lavarse las manos en forma reiterativa– algunos niños con el Síndrome de Tourette presentan un cuadro de déficit atencional, asociado o no, a hiperactividad o bien trastornos del sueño.
Sin embargo, los pacientes tienen la misma expectativa de vida que un sujeto normal, y su inteligencia no es menor puesto que esta patología no es progresiva ni degenerativa.