La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria crónica de origen autoinmune, que produce inflamación y daño en las articulaciones.
La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria crónica de origen autoinmune, que produce inflamación y daño en las articulaciones. De acuerdo con el doctor Oscar Neira, reumatólogo de Clínica Alemana, “afecta al 1% de la población en el mundo. En Chile, alrededor del 0,6% de los adultos la tiene, presentándose con más frecuencia en mujeres y su edad de comienzo habitual es entre los 30 y 40 años”.
No está claro por qué se produce la artritis reumatoide, pero sí se sabe que se relaciona con factores predisponentes genéticos. Por esto, un familiar de primer grado de un paciente con esta enfermedad tiene dos a tres veces más riesgo de desarrollarla.
“Otros factores dependen del entorno, el ejemplo más claro de esto es la influencia del estrés y del tabaquismo. Las personas genéticamente predispuestas a tener artritis reumatoide tienen más posibilidades de desarrollarla si fuman. Por otra parte, el consumo de tabaco hace que en quienes ya la padecen, tengan una enfermedad más severa y mayor daño en sus articulaciones”, dice el doctor Neira.
Síntomas de la artritis reumatoide
El principal signo de la artritis reumatoide es la inflamación de las articulaciones que, se manifiesta por dolor, hinchazón y rigidez articular, especialmente al despertar. Cuando no es tratada de forma oportuna y eficaz, la inflamación crónica puede causar daño articular e impotencia funcional.
Es sumamente relevante detectarla precozmente para iniciar un tratamiento durante los primeros meses de la enfermedad. De esta forma, se puede minimizar el daño estructural que finalmente lleva a los pacientes a tener:
- Deformidad.
- Pérdida de la función normal.
- Discapacidad
La importancia de un diagnóstico precoz
Lo más importante para hacer la detección de esta enfermedad es la historia y el examen físico del paciente. Asimismo, hay exámenes de laboratorio que ayudan a confirmar el diagnóstico y son especialmente útiles en la determinación del factor reumatoideo y de anticuerpos antipéptidos citrulinados, CCP. También es de utilidad en la pesquisa de la artritis reumatoide el estudio por imágenes, como son las radiografías, la ecografía o la resonancia nuclear magnética.
El tratamiento óptimo de la artritis reumatoide habitualmente requiere de una combinación de medicamentos. En más de la mitad de los casos estos logran controlar adecuadamente los síntomas y el daño articular.
Lo anterior permite a los pacientes mantenerse laboralmente activos. Sin embargo, por los posibles efectos adversos de la medicación, los pacientes deben ser controlados regularmente por su médico tratante.
Se utilizan analgésicos y antiinflamatorios para calmar el dolor y la inflamación, además de otros fármacos que buscan regular los mecanismos inmunológicos que se encuentran descontrolados, como corticoides, fármacos inmuno-moduladores e inmuno-supresores, también llamados Fármacos Modificadores de la Enfermedad (FARMES). Asimismo, se recomiendan acciones educativas, ejercicio y terapia física.
La artritis reumatoide es una de las patología incluidas en el Programa de Garantías Explicitas en Salud o GES (anteriormente AUGE), esta cobertura garantiza el acceso a la medicación de los pacientes, tanto en el sistema Fonasa como Isapres. Asimismo, ha sido incluida en la Ley Ricarte Soto, lo que permite el acceso a fármacos de alto costo.
Aporte de la biología molecular
El especialista asegura que en el último tiempo se ha producido una verdadera revolución en el tratamiento de la artritis reumatoide con los medicamentos biológicos. Se utilizan en los casos que la enfermedad no es adecuadamente controlada con los fármacos de primera línea.
Estos fármacos son diseñados para interactuar con células involucradas en el proceso inflamatorio o para antagonizar el efecto de las sustancias inflamatorias que ellas producen, llamadas citocinas.
“Estos medicamentos son producidos mediante técnicas de biología molecular, su uso es inyectable y son una herramienta muy eficaz para tratar a los pacientes que no responden a la terapia convencional con fármacos antireumáticos modificadores de enfermedades (FARMES)”.
Son efectivos en el control del dolor y la inflamación articular que produce la artritis reumatoide y han demostrado ser eficaces también en retardar o detener la progresión del daño articular. Pero, también pueden tener efectos adversos, como un mayor riesgo de desarrollar infecciones serias, asegura el doctor Neira.