“Yo me siento agradecido, porque la atención en la Clínica Alemana fue muy diferente, fue muy buena.”
“Cuando llegué a la Clínica Alemana, rápidamente me revisaron y me atendieron, porque yo no podía respirar, no tenía fuerza, estaba deshidratado, lo único bueno que me funcionaba era el cerebro”, recuerda Juan, paciente trasladado desde el servicio público por Covid-19.
La esposa de Juan se contagió con el nuevo coronavirus en su trabajo cuidando niños, lo que desafortunadamente desencadenó que él también contrajera el virus. Así, llegó primero a una residencia sanitaria, donde según él mismo relata, no contaban con los recursos necesarios para atenderlo de acuerdo con su estado de gravedad.
“Primero me llevaron a dos residencias sanitarias y después me trasladaron al SAR -Servicio de Alta Resolución- de Puente Alto. Ahí me agravé más, porque no contaban con los recursos y no era lo adecuado para una persona en las condiciones que yo estaba yo y ahí me trasladaron de urgencia a la Clínica Alemana”, recuerda.
La hospitalización
“De inmediato un doctor trajo una mascarilla especial que me cubrió toda la cara y eso me ayudó a respirar”, asegura Juan.
“Cuando llegué a la clínica venía hecho un estropajo, con fiebre y ni hablar del problema de la tos. Tenía neumonía post Covid-19. Primero me bañaron, me empezaron a dar remedios y una buena atención. Gracias a eso estoy como estoy hoy día, gracias a la buena voluntad, porque más que la atención misma, es el cariño. Todas esas cosas, aparte de los remedios, ayudan a tirar para arriba”, dijo respecto a su estadía en la clínica.
Hoy, a sus 61 años, Juan pudo retomar sus actividades de la vida diaria y continuar con su trabajo en una constructora.
“Yo me siento agradecido, porque la atención en la Clínica Alemana fue muy diferente, fue muy buena. Hoy me siento muy bien, me siento excelente. De hecho, ni yo mismo me creo como estoy y donde trabajo tampoco pensaban que yo iba a volver en gloria y majestad como lo hice”, cierra.