En 1985 el doctor Juan Hepp, cirujano de trasplante de Clínica Alemana, realizó el primer trasplante de hígado en nuestro país. Se trata de un proceso que hoy parece tan natural y deseado para salvar vidas, pero ¿qué hay detrás de cada trasplante?
Así se vivió el 1° trasplante de hígado en Chile a cargo del doctor Hepp
En 1985 el doctor Juan Hepp, cirujano de trasplante de Clínica Alemana, realizó el primer trasplante de hígado en nuestro país. Se trata de un proceso que hoy parece tan natural y deseado para salvar vidas, pero ¿qué hay detrás de cada trasplante?
De acuerdo con el especialista de Clínica Alemana, “hay que introducirlo con dos o tres conceptos. A mí me correspondió hacer una estadía de perfeccionamiento en Alemania en el año 1991. Era un joven cirujano, llevaba 4 o 5 años de post beca y estaba muy interesado en la cirugía del hígado. Había leído algo de los trasplantes que era algo absolutamente desconocido. Así que me gané una beca del gobierno alemán para estar un año en Hannover en un servicio de cirugía abdominal y trasplantes. Era una maravilla poder estar ahí”.
Los primeros pasos del trasplante hepático
El doctor Hepp recuerda que tuvo oportunidad de participar en cirugías de trasplante de otros órganos, pero que el de hígado aún era una técnica en desarrollo. “Estaba en etapa experimental, por lo que había muy pocos casos. Uno de los 4 centros del mundo que estaba haciendo esto estaba en Alemania y yo tuve oportunidad de participar ahí”, explica.
Y agrega que, “poder estar ahí de tercer ayudante en el pabellón, mirando lo que pasaba era un tremendo privilegio”.
Los primeros pasos en Chile
Una vez terminado su periodo en Alemania, el doctor Hepp no pudo dejar pasar la idea de comenzar con un proyecto de cirugía experimental de trasplante hepático en Chile. Así, desde 1983 se reunió con un grupo de internos para comenzar las cirugías. Primero comenzaron en un laboratorio con animales, donde pudieron:
- Aprender la técnica quirúrgica.
- Estudiar.
- Entrenar al equipo.
- Armar un protocolo.
- Desarrollar la planificación que les permitiría llegar al trasplante.
“En el año 1984 tuvimos la oportunidad de hacer un primer intento de un trasplante que no pudo seguir adelante, porque el paciente tenía un cáncer suponíamos localizado en el hígado, pero estaba expandido. Habíamos procurado le hígado, lo teníamos disponible, pero no era ética ni técnicamente razonable hacerlo porque su expectativa de vida no se resolvía con un trasplante”, señala el cirujano.
Pero las esperanzas no se terminaron ahí, Ya que un año más tarde tuvieron oportunidad de realizar la intervención. “Esta vez el paciente tenía un tumor grande central en el hígado. Era un hombre de 62 años y procedimos. Junto con un gran equipo médico donde había gastroenterólogos y hepatólogos que habíamos estudiado el tema hicimos este procedimiento que fue el primero con sobrevida en Chile y uno de los primeros programas que partió en Latinoamérica”, recuerda.
De esta forma, tras una cirugía de 9 horas, el 14 de agosto de 1985 se realizó el primer trasplante hepático en Chile en manos de un equipo de cirujanos dirigido por el doctor Juan Hepp.
“Nuestro paciente salió vivo del pabellón. Tuvimos algunos contratiempos, pero fue una experiencia que nos fortaleció mucho y nos ha permitido avanzar. En ese entonces la mortalidad de un trasplante hepático en el mundo era de un 40 o 50%, pero hoy es de sólo un 5%”, dice el especialista.
Donación de órganos y muerte cerebral
“Una gran dificultad que tienen los trasplantes de órganos es que requieren de un donante, requieren de alguien que done un riñón, un hígado o un corazón para poder trasplantarlo y esto de apoya del concepto de la muerte encefálica”, expresa el cirujano de Clínica Alemana.
El especialista rememora que a mediados de los años 50 comenzaron a aparecer las primeras UCI en el mundo, donde la respiración mecánica permitía mantener funcionando cuerpos de personas que ya habían muerto.
“Tenían órganos que funcionaban, pero si se les cortaba el oxígeno, tenían su cerebro dañado. Y por ahí por el año 70 en Estados Unidos se definió qué hacer con estos pacientes, que se podían desconectar y eventualmente ser donantes de órganos”, explica.
En esta línea, agrega que “así se determinó que las personas que estaban con muerte encefálica eran cadáveres mantenidos artificialmente, porque un cerebro muerto no revive. Uno puede mantener a un individuo con el cerebro muerto, vale decir, que no le llega sangre al cráneo, pero con el respirador mantener la respiración de la sangre y el corazón que funciona automáticamente va moviendo y va circulando la sangre y el resto de los órganos se reconocen vivos y siguen funcionando, hasta que le quitas el oxígeno de la máquina. Así se fue afinando muy bien el concepto de muerte encefálica desde el punto de vista médico y eso cambió radicalmente el enfrentamiento para los donantes”.