La adolescencia es un período del desarrollo que genera stress, lleno de cambios físicos y emocionales, donde los jóvenes tienen dificultades para resolver problemas y tomar decisiones.
El suicidio en los adolescentes es una cruda realidad. De hecho, es la segunda causa de muerte a nivel mundial entre los jóvenes de 10 a 24 años. De acuerdo con lo comentado por la doctora Marcela Abufhele, psiquiatra del Centro de la Adolescencia de Clínica Alemana, la mejor forma de frenar la conducta suicida es detectando las señales de vulnerabilidad que muestran los jóvenes.
En esta línea, la especialista asegura que la mejor herramienta para frenar los índices de suicidio en los adolescentes es la prevención. En este ámbito explica que “se trabaja con este enfoque para ayudar a los padres a detectar conductas de riesgo y evitar que éstas escalen”.
Se entiende por conducta suicida a toda preocupación, intento o acto que intencionalmente busca causarse la muerte. Se puede clasificar en:
- Ideación: cuando solo hay pensamientos o fantasías de morir o desaparecer
- Intento suicida: cuando ya hay un paso a la acción y se realiza un acto destinado a provocarse la muerte (frustro)
- Suicidio consumado
Señales de alerta y gatillantes del suicidio en los adolescentes
La adolescencia es un período del desarrollo que genera estrés. Lo anterior, porque está lleno de cambios físicos y emocionales, que impactan en la forma de resolver los problemas y tomar decisiones, lo que podría terminar en un suicidio.
Algunos adolescentes son más vulnerables, principalmente por presentar conductas impulsivas, relacionadas a un descontrol emocional; consumir alcohol y sustancias ilícitas, y carecer de una red de apoyo contenedora.
“Si existe una vulnerabilidad emocional previa, potencialmente existe riesgo de suicidio en los adolescentes. Por lo que es una señal de alerta frente a la cual se recomienda consultar”, explica la especialista.
Características que predisponen al comportamiento suicida
- El más relevante: tener un intento de suicidio previo.
- Historial de patología de salud mental: depresión, conducta impulsiva como consumo de alcohol o sustancias ilícitas, autoagresiones, entre otros.
- Familiares de primer grado diagnosticados con trastornos del ánimo y/o con antecedentes de suicidio.
- Falta de apoyo afectivo y ausencia de contención en la familia.
- Padecer una enfermedad crónica que limite sus capacidades físicas y de entretención.
- Haber experimentado un trauma o duelo de un ser querido.
Si a las características mencionadas se añade un evento difícil de sobrellevar, se puede gatillar la conducta suicida. “Por ejemplo, una pelea con el pololo(a), alto estrés académico, fallecimiento de un familiar o amigo, bullying o separación de los padres, entre otros”, indica la doctora Abufhele.
El contexto actual de pandemia, con sus consecuencias: confinamiento en el hogar, aislamiento de pares, falta de actividades recreativas, estrés familiar, incertidumbre del futuro, pérdida de hitos propios del proceso adolescente, ha sido indudablemente gatillante de cuadros ansiosos, depresivos, alimentarios y de conducta suicida en los adolescentes. Nos encontramos frente a un momento critico en que la prevención otorgada por los sistemas familiares y educacionales se hace indispensable.
Conductas autoagresivas en el adolescente
Las señales de alarma a las que debemos estar alerta generalmente no son tan evidentes:
- Cambios de ánimo o conducta.
- Desinterés.
- Irritabilidad e intranquilidad.
- Cansancio o fatiga.
- Disminución del funcionamiento académico o social.
- Aumento en el consumo de alcohol y/o drogas.
- Aislamiento social, aun de amigos y familiares.
- Cambios en el patrón de sueño.
También, existen también indicadores más directos e inmediatos: sentimientos de desesperación o sufrimiento, ideas de autoagredirse, verbalizaciones de ser una carga para otros o de querer morir, y claramente gestos o actos de despedida ya sea por RRSS o en persona, comenta la experta.
Entonces, la mejor manera de prevenir es estar alerta, atentos a los adolescentes y jóvenes, y transmitirles siempre la importancia de pedir ayuda cuando lo necesiten y la confianza que existen personas a su alrededor- adultos- preocupados por su bienestar emocional y con las herramientas y el interés en ayudarlos y apoyarlos a salir adelante, aun en tiempos como los actuales.