Estatinas y colesterol: beneficios y efectos a considerar

Colesterol “bueno” y “malo”, dos conceptos que se suelen usar al momento de interpretar los exámenes de sangre y recetar los fármacos para que estén en los niveles adecuados en nuestro organismo.

Por User Not Found ene. 24, 2022, 17:22

Colesterol “bueno” y “malo”, dos conceptos que se suelen usar al momento de interpretar los exámenes de sangre y recetar los fármacos para que estén en los niveles adecuados en nuestro organismo.

En más de una ocasión debes haber oído hablar de las estatinas, incluso sin darte cuenta. Se trata de un grupo de fármacos que suele utilizarse para frenar la producción interna de colesterol. “Se ha demostrado, además, que tienen efectos adicionales antiinflamatorios y antitrombóticos a nivel de las arterias del cerebro y el corazón”, explica el doctor Alejandro Abufhele Bus, cardiólogo de Clínica Alemana.

Asimismo, agrega que está demostrado que todas las estatinas reducen los accidentes cerebrovasculares (AVE) e infartos agudos al miocardio (IAM) tanto en prevención primaria, es decir, en aquellas personas que nunca han tenido eventos de este tipo, como también en prevención secundaria o a pacientes que sí los han sufrido.

¿Cuándo tomar estatinas?

El organismo necesita colesterol para funcionar correctamente, sin embargo, al diagnosticarse en altos niveles, lo mejor es consultar a un especialista. En general, “se recomendará dieta a pacientes sin riesgo cardiovascular con niveles de colesterol levemente altos”, comenta el doctor Abufhele, y agrega que los fármacos se recetarán en los siguientes contextos:

  • Pacientes con placas de colesterol documentadas en exámenes o que han sufrido un evento cardíaco o cerebral, independiente del nivel de colesterol que presenten.
  • Pacientes con enfermedades cardiovasculares (ECV) documentadas tales como:
    • Accidentes cerebrovasculares.
    • Crisis de isquemia transitoria (TIA).
    • Infartos cardíacos.
    • Personas sometidas a angioplastías y cirugías de revascularización coronaria.
    • Pacientes con ateroesclerosis (placas de colesterol en las arterias), encontradas por imágenes radiológicas o scanner.
    • Pacientes de alto riesgo de enfermedad cardiovascular, por ejemplo, diabéticos.
    • Hipercolesterolemias familiares.

Efectos adversos de las estatinas

El doctor Alejandro Abufhele señala que todas las estatinas reducen el colesterol, aunque su intensidad es variable. “La Atorvastatina y la Rosuvastatina son las más potentes, mientras que la Simvastatina, la Pitavastatina, la Lovastatina y la Pravastatina son de menor intensidad”. En general, explica el especialista, se trata de fármacos muy seguros y muy bien tolerados, aunque un porcentaje bajo de pacientes puede presentar efectos adversos, principalmente síntomas musculares como:

  • Dolores musculares (mialgias) o molestias.
  • Sensibilidad, rigidez y debilidad muscular.
  • Inflamación de los músculos (miositis) con elevación de enzimas (creatinfosfoquinasa) en algunos casos. Si es una elevación importante o se presentan síntomas incapacitantes hay que suspender el medicamento.

“A pesar de que los estudios clínicos muestran una baja tasa de efectos adversos, en la práctica es habitual encontrar pacientes con algunas molestias”, comenta el cardiólogo, y recomienda confirmar que estos sean derivados del fármaco y no por otras causas.

El médico enfatiza, además, en que dichos efectos no son de la familia de las estatinas en su totalidad, es decir, “puede ser un tipo de estatina, pero no otra la que esté causando problemas”. Ahora bien, en caso de que exista una intolerancia real a estos fármacos, hay que suspenderlos y probar con otros que también sirven para reducir el colesterol.

Recomendaciones generales

Consultar a tu médico frente a cualquier molestia es importantísimo y, por supuesto, también está en tus manos reducir el riesgo de accidentes cerebrovasculares e infartos a través de simples pasos que puedes incorporar en tu rutina diaria:

  • Evitar azúcares de absorción rápida o refinados (repostería).
  • Seguir una dieta baja en sal y grasas saturadas.
  • Consumir frutas, verduras y granos integrales.
  • Practicar ejercicios de intensidad moderada 300 minutos a la semana –1 hora al día aproximadamente–, entre ellos, caminar a paso ligero o nadar.