Salir a correr, trotar o a practicar cualquier actividad física y luego comenzar con urticaria, sensación de pecho apretado, náuseas y, en ocasiones, incluso desmayos, puede significar que se está frente a un caso de anafilaxia gatillada por ejercicio, es decir, una reacción alérgica grave al consumo de ciertos alimentos que se origina cuando la persona los ingiere asociados a la práctica de algún deporte.
Al respecto, la doctora Ana María Gallardo, inmunóloga de Clínica Alemana, sostiene que en las últimas décadas las alergias en general han ido en aumento: “Probablemente el incremento de consultas por estos episodios se deba a factores relacionados con cambios en el estilo de vida, como un mayor uso de antibióticos, llevar una rutina más urbana, el procesamiento de los alimentos, entre otros”.
Este cuadro se activa solo cuando el alimento en cuestión se consume habitualmente un poco antes de haber practicado deporte. Los gatillantes más típicos son los frutos secos –como maní, almendras, nueces, etc.-, el pan, y algunas verduras y frutas, como apio, tomate, manzana y kiwi.
El ejercicio puede provocar también cambios en el ph de la secreción gástrica, lo que puede inducir la formación de nuevos antígenos alimentarios.
Siempre se debe consultar al inmunólogo, para confirmar o descartar este cuadro y recibir indicaciones de cómo manejarlo.
Siempre se debe consultar al inmunólogo, para confirmar o descartar este cuadro y recibir indicaciones de cómo manejarlo. “Es fundamental aclarar que esto puede tener consecuencias letales, por lo que estudiarlo es sumamente importante”, afirma la doctora Gallardo.
Una vez identificados los productos que detonan esta reacción, debe evitar consumirlos asociados al ejercicio. Asimismo, es importante que la persona porte siempre un autoinyector de adrenalina para utilizar si se presenta un nuevo episodio, además de acudir inmediatamente a un servicio de urgencia.
- Cutáneas: urticaria generalizada (ronchas), prurito (picazón), calor, eritema (piel roja) y angioedema (hinchazón).
- Respiratorias: disnea (sensación de falta de aire), sibilancias (pecho apretado), estridor laríngeo (obstrucción vía aérea alta).
- Digestivas: dolor abdominal tipo cólico, diarrea y náuseas.
- Hemodinámicas como hipotensión, síncope (desmayo) y pérdida de conciencia.