Operación de amígdalas y adenoides:
Según el doctor Rebolledo, 'basta que la persona presente fiebre alta y dolor de garganta al tragar, para que sea recomendable consultar con un médico, pues son síntomas indicativos de que hay algún problema que está afectando a estos tejidos'.
En general, se considera que las dificultades asociadas con las amígdalas y los adenoides pueden ser clasificadas en dos grandes grupos. En primer término, los problemas pueden relacionarse con el tamaño de estos tejidos. Cuando las amígdalas y los adenoides son muy grandes, alteración que se denomina hipertrofia, se provoca una obstrucción significativa que genera problemas con la respiración, asociados a pausas de apneas durante el sueño, e interferencia con la deglución.
En segundo lugar, las condiciones más frecuentes que afectan a estos tejidos linfáticos son los cuadros infecciosos de ellos mismos. Quizás, el de mayor conocimiento público es la llamada amigdalitis.
Tal como explica el doctor Rebolledo, 'se trata de una infección que provoca la inflamación de las amígdalas. Este cuadro puede tener un origen bacteriano o viral. Si la infección es provocada por bacterias, puede iniciarse un tratamiento con antibióticos, que siempre deben estar adecuadamente recetados exclusivamente por el médico tratante. En este caso, hay que estar especialmente atento para determinar si la amigdalitis es provocada por el estreptococo beta hemolítico tipo A, bacteria más frecuente, que si no es tratada en forma oportuna y adecuada, puede producir problemas al corazón y los riñones'.
El especialista de Clínica Alemana detalla además que 'en general, los resfríos u otros cuadros virales menores del sistema respiratorio provocan dolor de garganta que a su vez genera amigdalitis. Lo importante en ese escenario, es consultar con un médico para identificar con claridad el origen de la infección'.
No obstante, las alteraciones no terminan ahí. Hay infecciones nasales derivadas de la hipertrofia de las amígdalas y los adenoides. Por ejemplo, un aspecto que es susceptible de ser analizado por el médico, es determinar si las amígdalas y los adenoides están ocasionando una acumulación de secreción nasal, la que se puede sobreinfectar y favorecer una sinusitis.
En otras ocasiones, sucede que los adenoides adquieren tal tamaño que pueden obstruir la trompa de eustaquio, un conducto por el que entra y sale aire del oído, lo que ocasiona una acumulación de líquido en el oído medio. Además, a veces cuadros de otitis media aguda están asociados a procesos infecciosos crónicos en los adenoides. En estos casos, extraer estos tejidos linfáticos surge como una posibilidad para ayudar a mejorar estas enfermedades.
Justamente, el doctor Rebolledo comenta que 'esta serie de patologías asociadas a los cuadros infecciosos de las amígdalas y adenoides, además de una tabla de indicaciones quirúrgicas elaboradas por la Academia Americana de Otorrinolaringología, son los principales elementos que se consideran para tomar la decisión de extraer estos tejidos'.
'De esta forma, si las amígdalas y adenoides son severamente hipertróficos, generando problemas de roncopatías y apneas nocturnas, entre otras dificultades, la opción de operar comienza a ser considerada como una alternativa terapéutica. Lo mismo sucede si las amigdalitis son recurrentes: cinco infecciones por dos años consecutivos y tres durante igual número de años seguidos'.
Otras consideraciones que pueden inclinar la balanza por la opción quirúrgica son la sospecha de una neoplasia, complicaciones como abscesos o flegmones, cuando la infección de la amígdala compromete más allá del tejido en cuestión; y la tonsilolitiasis, cálculos de restos de comida, células y detritus celulares de muy mal olor que se producen en algunas personas.
Una vez realizada la cirugía de extracción, los cuidados post operatorios son bastante simples. Se aconseja a los pacientes observar un reposo relativo durante un período entre cinco a siete días. En el caso de los niños, incluso pueden caminar, pero sin realizar ejercicios bruscos y que requieren de un mayor esfuerzo físico.
El régimen alimenticio debe seguir una dieta blanda para evitar el dolor al tragar. Y por último, el médico recetará analgésicos durante dos o tres días, evitando medicamentos como la aspirina, ya que interfiere en el proceso de coagulación y puede ocasionar sangrados.
Finalmente, a pesar de las dudas y inquietudes que puede generar la alternativa quirúrgica en los pacientes y sus familiares, el otorrinolaringólogo de Clínica Alemana señala que 'a veces, cuando estos tejidos están con una infección crónica, resulta peor dejarlos en el organismo que extraerlos. El paciente no pierde su capacidad inmunológica, pues en la zona donde están estos órganos hay suficiente tejido linfático que puede asumir su función. Por lo mismo, el niño que se somete a una extracción de amígdalas y adenoides, será un pequeño absolutamente normal, igual que cualquier otro', aclara el doctor Rebolledo.
En el campo solían decir que extraerle las amígdalas a un niño, era condenar al muchacho a convertirse en un hombre estéril. Aunque la afirmación no tiene ninguna relación con la realidad, no es menos cierto que esta clase de dichos forman parte de un nutrido conjunto de mitos y leyendas, que giran en torno a las amígdalas y los adenoides.
Quizás, historias como esa han sido las principales culpables de las desconfianzas y dudas que genera, en gran parte de las personas, la sola idea de operar estos órganos. Sin embargo, la ciencia médica y la experiencia de los doctores, indica todo lo contrario. Una manera sencilla de demostrarlo, es justamente conversar con un experto en estos asuntos: un otorrinolaringólogo.
El problema de confusión adquiere ribetes más graves, si se considera que la extracción de estos tejidos es una de las intervenciones más frecuentes en la especialidad de la otorrinolaringología. Miles de niños visitan cada año los pabellones para decirle adiós a sus amígdalas y adenoides. De hecho, según cifras del Ministerio de Salud, sólo en el sistema público en 2001 se realizaron 8.692 extracciones de amígdalas y adenoides, y 1.937 exclusivamente de éstos últimos.
Por lo mismo, resulta importante determinar en forma clara y precisa en qué consisten los problemas asociados a estos órganos, por qué se producen, cuáles son los síntomas y el tratamiento adecuado para las personas afectadas. Con la colaboración del doctor Renato Antonio Rebolledo, otorrinolaringólogo de Clínica Alemana, fue posible responder algunas de las preguntas más frecuentes e importantes que caracterizan a estas alteraciones.
Como no puede ser de otra forma, el especialista inicia la conversación por lo primero que se debe tener claro cuando se quiere hablar amígdalas y adenoides: su definición. 'Las amígdalas y los adenoides son tejidos linfáticos y constituyen la primera barrera de defensa linfática del organismo en la vía aérea. Por lo tanto, su función es de carácter inmunológica', explica el médico.
Según el doctor Rebolledo, 'basta que la persona presente fiebre alta y dolor de garganta al tragar, para que sea recomendable consultar con un médico, pues son síntomas indicativos de que hay algún problema que está afectando a estos tejidos'.
En general, se considera que las dificultades asociadas con las amígdalas y los adenoides pueden ser clasificadas en dos grandes grupos. En primer término, los problemas pueden relacionarse con el tamaño de estos tejidos. Cuando las amígdalas y los adenoides son muy grandes, alteración que se denomina hipertrofia, se provoca una obstrucción significativa que genera problemas con la respiración, asociados a pausas de apneas durante el sueño, e interferencia con la deglución.
En segundo lugar, las condiciones más frecuentes que afectan a estos tejidos linfáticos son los cuadros infecciosos de ellos mismos. Quizás, el de mayor conocimiento público es la llamada amigdalitis.
Tal como explica el doctor Rebolledo, 'se trata de una infección que provoca la inflamación de las amígdalas. Este cuadro puede tener un origen bacteriano o viral. Si la infección es provocada por bacterias, puede iniciarse un tratamiento con antibióticos, que siempre deben estar adecuadamente recetados exclusivamente por el médico tratante. En este caso, hay que estar especialmente atento para determinar si la amigdalitis es provocada por el estreptococo beta hemolítico tipo A, bacteria más frecuente, que si no es tratada en forma oportuna y adecuada, puede producir problemas al corazón y los riñones'.
El especialista de Clínica Alemana detalla además que 'en general, los resfríos u otros cuadros virales menores del sistema respiratorio provocan dolor de garganta que a su vez genera amigdalitis. Lo importante en ese escenario, es consultar con un médico para identificar con claridad el origen de la infección'.
No obstante, las alteraciones no terminan ahí. Hay infecciones nasales derivadas de la hipertrofia de las amígdalas y los adenoides. Por ejemplo, un aspecto que es susceptible de ser analizado por el médico, es determinar si las amígdalas y los adenoides están ocasionando una acumulación de secreción nasal, la que se puede sobreinfectar y favorecer una sinusitis.
En otras ocasiones, sucede que los adenoides adquieren tal tamaño que pueden obstruir la trompa de eustaquio, un conducto por el que entra y sale aire del oído, lo que ocasiona una acumulación de líquido en el oído medio. Además, a veces cuadros de otitis media aguda están asociados a procesos infecciosos crónicos en los adenoides. En estos casos, extraer estos tejidos linfáticos surge como una posibilidad para ayudar a mejorar estas enfermedades.
Justamente, el doctor Rebolledo comenta que 'esta serie de patologías asociadas a los cuadros infecciosos de las amígdalas y adenoides, además de una tabla de indicaciones quirúrgicas elaboradas por la Academia Americana de Otorrinolaringología, son los principales elementos que se consideran para tomar la decisión de extraer estos tejidos'.
'De esta forma, si las amígdalas y adenoides son severamente hipertróficos, generando problemas de roncopatías y apneas nocturnas, entre otras dificultades, la opción de operar comienza a ser considerada como una alternativa terapéutica. Lo mismo sucede si las amigdalitis son recurrentes: cinco infecciones por dos años consecutivos y tres durante igual número de años seguidos'.
Otras consideraciones que pueden inclinar la balanza por la opción quirúrgica son la sospecha de una neoplasia, complicaciones como abscesos o flegmones, cuando la infección de la amígdala compromete más allá del tejido en cuestión; y la tonsilolitiasis, cálculos de restos de comida, células y detritus celulares de muy mal olor que se producen en algunas personas.
Una vez realizada la cirugía de extracción, los cuidados post operatorios son bastante simples. Se aconseja a los pacientes observar un reposo relativo durante un período entre cinco a siete días. En el caso de los niños, incluso pueden caminar, pero sin realizar ejercicios bruscos y que requieren de un mayor esfuerzo físico.
El régimen alimenticio debe seguir una dieta blanda para evitar el dolor al tragar. Y por último, el médico recetará analgésicos durante dos o tres días, evitando medicamentos como la aspirina, ya que interfiere en el proceso de coagulación y puede ocasionar sangrados.
Finalmente, a pesar de las dudas y inquietudes que puede generar la alternativa quirúrgica en los pacientes y sus familiares, el otorrinolaringólogo de Clínica Alemana señala que 'a veces, cuando estos tejidos están con una infección crónica, resulta peor dejarlos en el organismo que extraerlos. El paciente no pierde su capacidad inmunológica, pues en la zona donde están estos órganos hay suficiente tejido linfático que puede asumir su función. Por lo mismo, el niño que se somete a una extracción de amígdalas y adenoides, será un pequeño absolutamente normal, igual que cualquier otro', aclara el doctor Rebolledo.