El especialista sostiene que lo más frecuente en estos casos es que se produzca una sinusitis, enfermedad producida por un edema de la mucosa nasal que impide que se ventilen adecuadamente las cámaras aéreas, originándose un cúmulo de secreciones que pueden derivar en una infección.
Añade que cuando las piscinas no cuentan con una mantención adecuada, lo habitual es que se genere una otitis externa, que compromete el conducto auditivo. En estos casos, los pequeños deben ser vistos por un otorrino o un pediatra.
Sobre este mismo punto, el doctor destaca que 'pueden aparecer hongos en los oídos y, si existe un mal manejo del suelo de la piscina, surgir también en los pies'. Los tratamientos para esta patología son el aseo profundo y los antimicóticos, que deben ser recetados por un profesional.
El doctor Corrales explica que su uso es delicado para los niños que tienen asma. Precisa que en el agua temperada se forma una capa de cloro en suspensión sobre el nivel del agua -de 15 a 20 centímetros-, y como no existe ventilación, los niños lo inhalan al nadar, lo que actúa como estímulo de irritación de la vía aérea provocando una obstrucción bronquial.
Por este motivo, es necesario que antes de practicar natación los pequeños con esta enfermedad sean controlados por un médico.
Ahora si un niño no presenta patologías, no se ve enfrentado a cambios de temperatura bruscos, se cambia el traje de baño luego de bañarse y se seca bien el pelo, sólo le queda disfrutar y divertirse plenamente en la piscina.
En este sentido, el doctor Raúl Corrales agrega que la natación es una actividad muy recomendable, ya que se 'ejercitan las extremidades superiores e inferiores, la musculatura abdominal, del cuello, la espalda, el torax y el brazo'.
Nadar en una piscina temperada puede ser una excelente diversión para los niños en invierno. Pero ojo, porque si no se toman los resguardos necesarios, esta actividad puede agravar algunas patologías ya existentes en los menores.
El jefe de la Unidad Broncopulmonar y Estudios del Sueño Pediátrico, doctor Raúl Corrales, explica que si un pequeño presenta un resfrío y, aun así, se introduce al agua, puede empeorar su condición y 'manifestar una mayor congestión de las fosas nasales y los oídos'.
El especialista sostiene que lo más frecuente en estos casos es que se produzca una sinusitis, enfermedad producida por un edema de la mucosa nasal que impide que se ventilen adecuadamente las cámaras aéreas, originándose un cúmulo de secreciones que pueden derivar en una infección.
Añade que cuando las piscinas no cuentan con una mantención adecuada, lo habitual es que se genere una otitis externa, que compromete el conducto auditivo. En estos casos, los pequeños deben ser vistos por un otorrino o un pediatra.
Sobre este mismo punto, el doctor destaca que 'pueden aparecer hongos en los oídos y, si existe un mal manejo del suelo de la piscina, surgir también en los pies'. Los tratamientos para esta patología son el aseo profundo y los antimicóticos, que deben ser recetados por un profesional.
El doctor Corrales explica que su uso es delicado para los niños que tienen asma. Precisa que en el agua temperada se forma una capa de cloro en suspensión sobre el nivel del agua -de 15 a 20 centímetros-, y como no existe ventilación, los niños lo inhalan al nadar, lo que actúa como estímulo de irritación de la vía aérea provocando una obstrucción bronquial.
Por este motivo, es necesario que antes de practicar natación los pequeños con esta enfermedad sean controlados por un médico.
Ahora si un niño no presenta patologías, no se ve enfrentado a cambios de temperatura bruscos, se cambia el traje de baño luego de bañarse y se seca bien el pelo, sólo le queda disfrutar y divertirse plenamente en la piscina.
En este sentido, el doctor Raúl Corrales agrega que la natación es una actividad muy recomendable, ya que se 'ejercitan las extremidades superiores e inferiores, la musculatura abdominal, del cuello, la espalda, el torax y el brazo'.