Por eso es tan importante estar atentos a la evolución del accidentado. Es necesario observar si horas después del golpe se presentan síntomas, como dolor de cabeza persistente o en aumento, presencia de náuseas o vómitos,
pérdida de fuerza en algún miembro, mareos o pérdida del equilibrio. También es posible que a veces se aparezcan alteraciones en el comportamiento.
En ocasiones, luego de un golpe la mamá observa que
su hijo, que habitualmente es inquieto, se comporta de forma muy tranquila, está aletargado o no quiere comer porque tiene náuseas. A veces, este tipo de signos también se ve en las personas mayores que han sufrido una lesión
de estas características. En todos estos casos es fundamental que la persona sea evaluada por un médico.
De acuerdo con el doctor Barahona, 'muchas veces cuando se está de vacaciones y hay un accidente de este tipo, las personas se complican porque están en el campo, en la playa, lejos de su ciudad y, por lo tanto, prefieren esperar hasta el otro día, pero resulta que a veces puede ser demasiado tarde'.
Al momento de diagnosticar la gravedad de un TEC o una contusión, lo principal es el criterio clínico, ya que lo síntomas suelen ser bastante claros. Como complemento se utiliza el escáner, que permite determinar el tipo de lesión (fracturas, contusiones de tipo hemorrágico o hematomas, entre otras).
Las principales secuelas que puede dejar un TEC son problemas cognitivos o neurológicos, como lesión del nervio olfatorio, hemiplejia y trastornos del lenguaje o de la visión. Algunos de ellos pueden ser transitorios o permanentes dependiendo de la magnitud, intensidad y de la edad de la persona.
El tratamiento dependerá del tipo de lesión. Parte importante de la recuperación después de un traumatismo se produce en el transcurso de los primeros seis meses. La recuperación en los niños suele ser mucho
más rápida y mejor.
Un paso en falso en la piscina o en las rocas, un accidente automovilístico, una caída violenta en bicicleta o desde un árbol. Son muchas las formas en que se puede sufrir un traumatismo encéfalo craneano (TEC), sobre todo en esta época del año, cuando los viajes y las actividades recreativas aumentan los riesgos de sufrir un accidente.
El TEC representa un problema significativo de salud pública tanto en Chile como en los países desarrollados, donde es una de las mayores causas de mortalidad en la población menor de 45 años. Además, una parte considerable de quienes sobreviven a un traumatismo grave queda seriamente incapacitada, lo que implica una importante repercusión a nivel familiar, social y económico.
De acuerdo con la Sociedad de Neurocirugía de Chile, en nuestro país la causa de muerte por accidentes y traumatismos ha crecido desde poco más de un 4% en 1950, hasta bordear el 12% en el 2000, traduciéndose en la tercera causa de muerte, después de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Se estima que de las personas que fallecen como consecuencia de un accidente o politraumatismo, el 25% corresponde a casos de TEC.
La tasa de hospitalización por TEC es de 200 por 100 mil habitantes por año. Alrededor del 50% corresponde a lesiones leves y los casos moderados constituyen al menos el 25% (con un 2% a 3% de mortalidad). El resto está dado por casos graves, de los cuales muere un 36%.
El doctor Jorge Barahona, neurólogo de Clínica Alemana, explica que algunos traumatismos a nivel del encéfalo provocados por un golpe fuerte en la cabeza producen un compromiso de conciencia, el cual puede se cuantitativo (con pérdida de conocimiento) o cualitativo, que es cuando la persona no queda inconsciente, pero se comporta de manera confusa. En estos casos hay que acudir inmediatamente al Servicio de Urgencia, ya que si el afectado no es tratado a tiempo puede morir o quedar con graves secuelas.
Cuando luego de un golpe fuerte en la cabeza no hay compromiso de conciencia, se trata de una contusión de cráneo, la que generalmente no presenta mayores complicaciones, sin embargo, no hay que confiarse, ya que en ocasiones los síntomas pueden aparecer dos o tres días después. 'Si luego de un traumatismo el paciente llega a una sala de urgencia y se realiza un escáner que resulta normal, no hay que descartar la posibilidad de que en los siguientes días surja algún tipo de complicación. Si esto ocurre, el paciente debe consultar nuevamente para ser evaluado'.
Por eso es tan importante estar atentos a la evolución del accidentado. Es necesario observar si horas después del golpe se presentan síntomas, como dolor de cabeza persistente o en aumento, presencia de náuseas o vómitos,
pérdida de fuerza en algún miembro, mareos o pérdida del equilibrio. También es posible que a veces se aparezcan alteraciones en el comportamiento.
En ocasiones, luego de un golpe la mamá observa que
su hijo, que habitualmente es inquieto, se comporta de forma muy tranquila, está aletargado o no quiere comer porque tiene náuseas. A veces, este tipo de signos también se ve en las personas mayores que han sufrido una lesión
de estas características. En todos estos casos es fundamental que la persona sea evaluada por un médico.
De acuerdo con el doctor Barahona, 'muchas veces cuando se está de vacaciones y hay un accidente de este tipo, las personas se complican porque están en el campo, en la playa, lejos de su ciudad y, por lo tanto, prefieren esperar hasta el otro día, pero resulta que a veces puede ser demasiado tarde'.
Al momento de diagnosticar la gravedad de un TEC o una contusión, lo principal es el criterio clínico, ya que lo síntomas suelen ser bastante claros. Como complemento se utiliza el escáner, que permite determinar el tipo de lesión (fracturas, contusiones de tipo hemorrágico o hematomas, entre otras).
Las principales secuelas que puede dejar un TEC son problemas cognitivos o neurológicos, como lesión del nervio olfatorio, hemiplejia y trastornos del lenguaje o de la visión. Algunos de ellos pueden ser transitorios o permanentes dependiendo de la magnitud, intensidad y de la edad de la persona.
El tratamiento dependerá del tipo de lesión. Parte importante de la recuperación después de un traumatismo se produce en el transcurso de los primeros seis meses. La recuperación en los niños suele ser mucho
más rápida y mejor.