En general, se estima que esta patología afectaentre el20 y el 30% de la población, pero no se manifiesta en todas las personas, ya que su desarrollo va a depender de diversas condicionantes.
En una primera etapa, las personas que tienen este cuadro clínico, cada vez que ingieren alimentos, producen cantidades elevadas de insulina (hormona producida por las células beta del páncreas). Debido a su alteración, algunos tejidos dejan de responder a la insulina, con lo que el organismo no es capaz de utilizar el azúcar apropiadamente; y ciertos tejidos experimentan los efectos deletéreos de esta mayor producción.
En la segunda etapa de esta enfermedad, el sujeto sigue produciendo una alta cantidad de insulina después de comer, pero la glicemia (azúcar en la sangre) se comienza a elevar y no alcanza a mantenerse dentro de los rangos normales, por lo que se produce hiperglicemia después de cada comida (hiperglicemia postprandial).
El especialista explica que cuando el paciente ya ha llegado a la etapa tres, sigue manteniendo rangos altos y constantes de insulina, pero la glicemia ahora no sólo aumenta después de que la persona ingiere alimentos, sino que también se eleva cuando está en ayuno, pudiendo llegar a rangos de diabetes.
Si bien la insulino resistencia es una patología diferente de la diabetes, si se deja que evolucione espontáneamente y no se trata correctamente, puede ser un factor de riesgo y finalmente desencadenarla. Sobre todo si la persona tiene ciertas condiciones como embarazos con hipertensión (preeclampsia), hijos con un peso al nacer mayor a cuatro kilos (macrosomía), síndrome de ovarios poliquísticos, una distribución grasa de predominio alrededor de la cintura (grasa visceral) y un nivel más alto de azúcar en la sangre (intolerancia a la glucosa), entre otros.
El doctor Majlis explica que es fundamental diagnosticar tempranamente esta enfermedad para evitar que se desarrolle diabetes, hipertensión arterial, un perfil lipídico aterogénico y, en el caso de las mujeres, para prevenir que se contribuya a la aparición de síndrome de ovario poliquístico o hiperandrogenismo.
Hay pruebas indirectas para diagnosticar esta enfermedad. Una de ellas es medir en condiciones basales glicemia e insulina. También está el examen denominado curva de tolerancia a la glucosa, con determinación de insulina, o el test llamado HOMA o clamp euglucémico.
El especialista explica que lo principal es la prevención. 'Lo medular es que las personas tengan conciencia de que si tienen una obesidad abdominal, antecedentes familiares de infartos en personas jóvenes, accidentes vasculares, hipertensión y trastornos de lípidos, tienen que investigar si presentan esta patología'.
Sin duda, que lo más importante es corregir los hábitos de alimentación y realizar actividad física. Por ello, el enfoque de tratamiento es multidisciplinario, y está compuesto por nutricionistas, endocrinólogos, acondicionadores físicos, kinesiólogos, entre otros, quienes ayudarán al paciente a mantener su peso ideal y lo orientarán en la actividad física necesaria para mantener una masa muscular apropiada. Si se siguen estos pasos, la situación desde el punto de vista metabólico puede hacerse reversible.
Ahora bien, si a pesar de estos cambios en el estilo de vida no se logra solucionar el problema, existen fármacos como el biguanidas o thiazolidinediona, que ayudarán a corregir esta situación. Sin embargo, el especialista recalca
que los medicamentos tienen un rol secundario, y que lo importante es el cambio de conducta.
Personas con familiares de primer grado diabéticos, con obesidad y distribución de grasa fundamentalmente visceral (en el abdomen), y que llevan un estilo de vida sedentario, podrían tener mayores posibilidades de desarrollar esta condición patológica.
El jefe de la Unidad de Endocrinología, Nutrición y Diabetes, doctor Sergio Majlis, aclara que la insulino resistencia es una condición subclínica. 'Es decir, una persona puede tener esta alteración, pero si es delgada, hace ejercicios y mantiene una buena nutrición, puede que no aflore desde el punto de vista clínico. Pero si un sujeto tiene esta misma predisposición genética y sobrepeso, y además no toma las medidas de prevención, es probable que se exprese esa condición clínica'.
En general, se estima que esta patología afectaentre el20 y el 30% de la población, pero no se manifiesta en todas las personas, ya que su desarrollo va a depender de diversas condicionantes.
En una primera etapa, las personas que tienen este cuadro clínico, cada vez que ingieren alimentos, producen cantidades elevadas de insulina (hormona producida por las células beta del páncreas). Debido a su alteración, algunos tejidos dejan de responder a la insulina, con lo que el organismo no es capaz de utilizar el azúcar apropiadamente; y ciertos tejidos experimentan los efectos deletéreos de esta mayor producción.
En la segunda etapa de esta enfermedad, el sujeto sigue produciendo una alta cantidad de insulina después de comer, pero la glicemia (azúcar en la sangre) se comienza a elevar y no alcanza a mantenerse dentro de los rangos normales, por lo que se produce hiperglicemia después de cada comida (hiperglicemia postprandial).
El especialista explica que cuando el paciente ya ha llegado a la etapa tres, sigue manteniendo rangos altos y constantes de insulina, pero la glicemia ahora no sólo aumenta después de que la persona ingiere alimentos, sino que también se eleva cuando está en ayuno, pudiendo llegar a rangos de diabetes.
Si bien la insulino resistencia es una patología diferente de la diabetes, si se deja que evolucione espontáneamente y no se trata correctamente, puede ser un factor de riesgo y finalmente desencadenarla. Sobre todo si la persona tiene ciertas condiciones como embarazos con hipertensión (preeclampsia), hijos con un peso al nacer mayor a cuatro kilos (macrosomía), síndrome de ovarios poliquísticos, una distribución grasa de predominio alrededor de la cintura (grasa visceral) y un nivel más alto de azúcar en la sangre (intolerancia a la glucosa), entre otros.
El doctor Majlis explica que es fundamental diagnosticar tempranamente esta enfermedad para evitar que se desarrolle diabetes, hipertensión arterial, un perfil lipídico aterogénico y, en el caso de las mujeres, para prevenir que se contribuya a la aparición de síndrome de ovario poliquístico o hiperandrogenismo.
Hay pruebas indirectas para diagnosticar esta enfermedad. Una de ellas es medir en condiciones basales glicemia e insulina. También está el examen denominado curva de tolerancia a la glucosa, con determinación de insulina, o el test llamado HOMA o clamp euglucémico.
El especialista explica que lo principal es la prevención. 'Lo medular es que las personas tengan conciencia de que si tienen una obesidad abdominal, antecedentes familiares de infartos en personas jóvenes, accidentes vasculares, hipertensión y trastornos de lípidos, tienen que investigar si presentan esta patología'.
Sin duda, que lo más importante es corregir los hábitos de alimentación y realizar actividad física. Por ello, el enfoque de tratamiento es multidisciplinario, y está compuesto por nutricionistas, endocrinólogos, acondicionadores físicos, kinesiólogos, entre otros, quienes ayudarán al paciente a mantener su peso ideal y lo orientarán en la actividad física necesaria para mantener una masa muscular apropiada. Si se siguen estos pasos, la situación desde el punto de vista metabólico puede hacerse reversible.
Ahora bien, si a pesar de estos cambios en el estilo de vida no se logra solucionar el problema, existen fármacos como el biguanidas o thiazolidinediona, que ayudarán a corregir esta situación. Sin embargo, el especialista recalca
que los medicamentos tienen un rol secundario, y que lo importante es el cambio de conducta.