Asimismo, hay menores que padecen apnea central, en la que la interrupción del flujo aéreo en nariz y boca se asocia a la ausencia de movimientos respiratorios del tórax y abdomen. Esto puede provocar un episodio de mayor gravedad y en ocasiones, incluso, desencadenar una muerte súbita.
Otro trastorno común es el de tipo conductual. El hábito de que el niño se duerma en los brazos de sus padres o en la cama de éstos, para luego ser llevado a su habitación, le provoca inseguridad porque despierta solo o en otro sitio y no donde se quedó dormido. Por eso al darse cuenta reclama y llora.
Este problema es progresivo y termina transformándose en un mal hábito, que es más difícil de revertir a mayor edad.
Aunque poco frecuente, otro trastorno del sueño son las parasomnias. Una de las más conocidas es el sonambulismo, tendencia heredada que consiste en caminar durante el sueño profundo, una o dos horas después de acostarse, y que ocurre con más frecuencia entre los 4 y 15 años.
El doctor Corrales asegura que el 15% de los niños normales son sonámbulos, aunque no se conoce la causa de este trastorno, el cual afecta principalmente a los varones.
'Mientras el pequeño está sonámbulo, sus ojos están abiertos pero en blanco y no tiene tan buena coordinación como cuando está en vigilia. En este estado, que puede durar entre 5 y 20 minutos, el pequeño es capaz de realizar actos que más o menos tienen sentido, como vestirse y desvestirse, abrir y cerrar puertas o encender y apagar las luces', explica el pediatra.
¿Qué hacer?
A pesar de la extensa lista de dificultades para dormir que pueden presentarse en los niños, existe solución para cada una.
En el caso de la apnea obstructiva es importante identificar la causa. Para precisar su magnitud se puede realizar un examen durante el sueño, denominado polisomnografía, el que permite saber si el niño durante los episodios de obstrucción está oxigenando adecuadamente y si su sueño es adecuado.
'De acuerdo con los síntomas se decidirá si hay que operar adenoides o amígdalas, o si se requiere de tratamiento médico por una rinitis, con lo que se resuelve sobre el 90% de los casos', asegura el doctor Raúl Corrales.
Este examen también se realiza en menores con apnea central para ver el grado de madurez del centro respiratorio. De esta forma es posible evaluar el funcionamiento de los distintos sistemas.
En esta condición se aconseja que los padres tengan en su casa un monitor cardiorrespiratorio, el que funciona como sistema de alerta cuando el niño sufre un episodio de apnea, avisando si requiere ayuda para seguir respirando. Generalmente, se utiliza durante los primeros seis meses.
El especialista sostiene que el 99% de los trastornos de sueño de tipo conductual se solucionan con una buena orientación a los padres. 'Es fundamental que creen una rutina para dormir, que consista en que los niños se acuesten temprano, todos los días a la misma hora y sin necesidad de estar acompañado ni en brazos. Tampoco deben dormir en la cama de los padres ni tener estímulos muy fuertes justo antes de acostarse'.
También es fundamental el rol que cumple la familia en la disposición de horarios, tanto diurnos como nocturnos, ya que en la medida que estas reglas sean respetadas, se tendrán menos problemas de sueño.
En el caso del sonambulismo, se trata de un trastorno autolimitado, es decir, desaparece espontáneamente con el tiempo. Se recomienda hacer que el niño regrese suavemente a la cama, sin despertarlo, y esperar que vuelva a dormir tranquilamente. Es importante protegerlo de los accidentes.
La fatiga y la falta de sueño pueden producir episodios más frecuentes de sonambulismo, así como terrores nocturnos. Si el niño necesita que lo despierten en la mañana, significa que debe acostarse más temprano. Para ello puede adelantar 15 minutos la hora en que se acostumbra apagar las luces cada noche, hasta que pueda despertar por sí mismo en la mañana.
La irritabilidad e inseguridad que presentan algunos niños no siempre se debe a una simple maña, muchas veces es consecuencia del agotamiento general que provoca un mal dormir. Esto tiene solución dependiendo de su causa, en ocasiones basta con habituar al pequeño a una disciplina de horarios, pero otras veces se requiere de tratamiento específico o incluso de cirugía como en el caso de la apnea obstructiva.
La cantidad de horas de sueño de los niños depende de la edad y de algunos factores individuales, por ejemplo, un recién nacido pasa por ciclos de sueño-vigilia, los que se producen varias veces en el día. Desde los seis meses el menor ya debiera ir cambiando el ritmo a un sueño-vigilia de 24 horas. (ver recuadro)
El doctor Raúl Corrales, pediatrabroncopulmonar y jefe del Centro de Trastornos del Sueño Infantil de Clínica Alemana, explica que lo más habitual es que este tipo de alteraciones se deba a problemas de hábito en el dormir.
También son frecuentes los casos de apnea obstructiva, la que generalmente se debe a una hipertrofia de adenoides o amígdalas, o a una rinitis alérgica.
'Los niños con este problema, que se presenta de preferencia en pre-escolares y escolares, son roncadores y suelen tener un sueño inquieto, lo que muchas veces se traduce en problemas de concentración, hiperquinesia o enuresis (se orinan en la cama) porque no logran un sueño reparador', asegura el especialista.
Asimismo, hay menores que padecen apnea central, en la que la interrupción del flujo aéreo en nariz y boca se asocia a la ausencia de movimientos respiratorios del tórax y abdomen. Esto puede provocar un episodio de mayor gravedad y en ocasiones, incluso, desencadenar una muerte súbita.
Otro trastorno común es el de tipo conductual. El hábito de que el niño se duerma en los brazos de sus padres o en la cama de éstos, para luego ser llevado a su habitación, le provoca inseguridad porque despierta solo o en otro sitio y no donde se quedó dormido. Por eso al darse cuenta reclama y llora.
Este problema es progresivo y termina transformándose en un mal hábito, que es más difícil de revertir a mayor edad.
Aunque poco frecuente, otro trastorno del sueño son las parasomnias. Una de las más conocidas es el sonambulismo, tendencia heredada que consiste en caminar durante el sueño profundo, una o dos horas después de acostarse, y que ocurre con más frecuencia entre los 4 y 15 años.
El doctor Corrales asegura que el 15% de los niños normales son sonámbulos, aunque no se conoce la causa de este trastorno, el cual afecta principalmente a los varones.
'Mientras el pequeño está sonámbulo, sus ojos están abiertos pero en blanco y no tiene tan buena coordinación como cuando está en vigilia. En este estado, que puede durar entre 5 y 20 minutos, el pequeño es capaz de realizar actos que más o menos tienen sentido, como vestirse y desvestirse, abrir y cerrar puertas o encender y apagar las luces', explica el pediatra.
¿Qué hacer?
A pesar de la extensa lista de dificultades para dormir que pueden presentarse en los niños, existe solución para cada una.
En el caso de la apnea obstructiva es importante identificar la causa. Para precisar su magnitud se puede realizar un examen durante el sueño, denominado polisomnografía, el que permite saber si el niño durante los episodios de obstrucción está oxigenando adecuadamente y si su sueño es adecuado.
'De acuerdo con los síntomas se decidirá si hay que operar adenoides o amígdalas, o si se requiere de tratamiento médico por una rinitis, con lo que se resuelve sobre el 90% de los casos', asegura el doctor Raúl Corrales.
Este examen también se realiza en menores con apnea central para ver el grado de madurez del centro respiratorio. De esta forma es posible evaluar el funcionamiento de los distintos sistemas.
En esta condición se aconseja que los padres tengan en su casa un monitor cardiorrespiratorio, el que funciona como sistema de alerta cuando el niño sufre un episodio de apnea, avisando si requiere ayuda para seguir respirando. Generalmente, se utiliza durante los primeros seis meses.
El especialista sostiene que el 99% de los trastornos de sueño de tipo conductual se solucionan con una buena orientación a los padres. 'Es fundamental que creen una rutina para dormir, que consista en que los niños se acuesten temprano, todos los días a la misma hora y sin necesidad de estar acompañado ni en brazos. Tampoco deben dormir en la cama de los padres ni tener estímulos muy fuertes justo antes de acostarse'.
También es fundamental el rol que cumple la familia en la disposición de horarios, tanto diurnos como nocturnos, ya que en la medida que estas reglas sean respetadas, se tendrán menos problemas de sueño.
En el caso del sonambulismo, se trata de un trastorno autolimitado, es decir, desaparece espontáneamente con el tiempo. Se recomienda hacer que el niño regrese suavemente a la cama, sin despertarlo, y esperar que vuelva a dormir tranquilamente. Es importante protegerlo de los accidentes.
La fatiga y la falta de sueño pueden producir episodios más frecuentes de sonambulismo, así como terrores nocturnos. Si el niño necesita que lo despierten en la mañana, significa que debe acostarse más temprano. Para ello puede adelantar 15 minutos la hora en que se acostumbra apagar las luces cada noche, hasta que pueda despertar por sí mismo en la mañana.