En un curso realizado en agosto en Clínica Alemana de Santiago, la doctora Susan Coffin, médico director de Prevención y Control de Infecciones de la División de Enfermedades Infecciosas del Hospital de Niños de Philadelphia, Estados Unidos, también se refirió a este tema.
La especialista afirmó que la vacuna bivalente contra el VPH, disponible ya en Estados Unidos, 'ha demostrado una alta efectividad, ya que protege a las mujeres de infecciones que pueden llevar a la aparición de un cáncer. Por lo que significa un gran avance para la medicina'.
El Virus de Papiloma Humano se contagia por contacto sexual, por lo que generalmente convive con hombres y mujeres desde que se inician sexualmente, aunque en la mayoría de los casos no presenta problemas, siendo la infección asintomática.
'Los tipos de VPH que se encuentran en la zona genital no son más de 40 y de ellos sólo algunos provocan lesiones premalignas y malignas en las mujeres', explica el doctor González. La vacuna bivalente actúa sobre los subtipos 16 y 18, que son la principal causa del surgimiento del cáncer cérvico uterino.
Considerando que el sexo femenino es el principal perjudicado por este virus, la vacuna está especialmente pensada para ellas. Es por eso que la doctora Coffin sostiene que debe ser usaba principalmente en adolescentes, antes de que tengan su primera relación sexual.
En cuanto al tiempo de duración, explica que la vacuna protege a las mujeres por al menos cinco años. 'Sin embargo, se está viendo la posibilidad de que en el futuro tenga un efecto por un tiempo más prolongado', afirma.
Como esta vacuna es para proteger del contagio del VPH, sólo sirve como medida preventiva para quienes aún no lo han contraído, el resto sólo puede evitar el desarrollo de un cáncer cérvico uterino a través del autocuidado, es decir, realizándose todos los años el test de Papanicolau (PAP), examen que se descubrió hace medio siglo y que desde su aplicación ha resultado muy eficaz en el control de esta enfermedad.
El PAP consiste en la toma de una muestra de células del cuello uterino, que es enviada a laboratorio para ser estudiadas, de manera de detectar si existe algún tipo de alteración. Todas las mujeres que se han iniciado sexualmente deben realizarse este examen y sólo una vez que han recibido tres resultados negativos (no hay alteraciones), se podría espaciar su toma cada 2 o 3 años. Si este examen es realizado con esta frecuencia, es posible detectar lesiones premalignas y así evitar el desarrollo de un cáncer.
Por lo tanto, mientras se espera la llegada de la vacuna, sólo queda mantener una conducta responsable y visitar periódicamente al ginecólogo, privilegiando el concepto de autocuidado.
El control del VPH está asociado a un asunto de recursos, políticas de salud y prioridades, pero lo más importante, al concepto de autocuidado no sólo por parte de las mujeres, sino también de los hombres.
Además de ser portadores del virus, los varones también pueden desarrollar lesiones benignas -como condilomas y verrugas genitales- y malignas, como cáncer de pene. Este último, a diferencia de lo que ocurre en las mujeres, se produce en casos más bien aislados que suelen ser detectados con facilidad, dado que al tener los órganos genitales en el exterior las primeras señales están a la vista. Es por eso que la vacuna también podría ser de gran utilidad en el caso de los hombres.
La acción dañina del VPH depende de las características propias y de la condición particular de cada persona portadora. Hay virus que son más agresivos (especialmente VPH 16 y 18) y, por lo tanto, el riesgo de lesiones es mayor, pero si a eso se suman factores como el uso de corticoides, depresión, anorexia, tabaquismo, inmunodepresión o algún trasplante, la mujer está más expuesta.
Se estima que el 70% de los casos de cáncer cérvico uterino podrían prevenirse con la vacuna bivalente que protege contra dos subtipos de Virus Papiloma Humano (VPH), principales responsables de esta enfermedad que en Chile provoca más de 670 defunciones al año, convirtiéndose en la cuarta causa de muerte por cáncer entre las chilenas, de acuerdo a cifras del Ministerio de Salud.
Los resultados de un estudio publicado en la revista The Lancet, en abril de este año, revelan que esta vacuna es altamente inmunogénica y segura. Se demuestra que es efectiva en la prevención de las infecciones incidentales y persistentes causadas por VPH 16 y 18, así como de las anomalías citológicas y lesiones celulares asociadas.
El doctor Marcelo González, ginecólogo oncólogo de Clínica Alemana, sostiene que 'en caso de realizarse vacunación universal, se podría disminuir la incidencia de cáncer cérvico uterino a futuro'.
En un curso realizado en agosto en Clínica Alemana de Santiago, la doctora Susan Coffin, médico director de Prevención y Control de Infecciones de la División de Enfermedades Infecciosas del Hospital de Niños de Philadelphia, Estados Unidos, también se refirió a este tema.
La especialista afirmó que la vacuna bivalente contra el VPH, disponible ya en Estados Unidos, 'ha demostrado una alta efectividad, ya que protege a las mujeres de infecciones que pueden llevar a la aparición de un cáncer. Por lo que significa un gran avance para la medicina'.
El Virus de Papiloma Humano se contagia por contacto sexual, por lo que generalmente convive con hombres y mujeres desde que se inician sexualmente, aunque en la mayoría de los casos no presenta problemas, siendo la infección asintomática.
'Los tipos de VPH que se encuentran en la zona genital no son más de 40 y de ellos sólo algunos provocan lesiones premalignas y malignas en las mujeres', explica el doctor González. La vacuna bivalente actúa sobre los subtipos 16 y 18, que son la principal causa del surgimiento del cáncer cérvico uterino.
Considerando que el sexo femenino es el principal perjudicado por este virus, la vacuna está especialmente pensada para ellas. Es por eso que la doctora Coffin sostiene que debe ser usaba principalmente en adolescentes, antes de que tengan su primera relación sexual.
En cuanto al tiempo de duración, explica que la vacuna protege a las mujeres por al menos cinco años. 'Sin embargo, se está viendo la posibilidad de que en el futuro tenga un efecto por un tiempo más prolongado', afirma.
Como esta vacuna es para proteger del contagio del VPH, sólo sirve como medida preventiva para quienes aún no lo han contraído, el resto sólo puede evitar el desarrollo de un cáncer cérvico uterino a través del autocuidado, es decir, realizándose todos los años el test de Papanicolau (PAP), examen que se descubrió hace medio siglo y que desde su aplicación ha resultado muy eficaz en el control de esta enfermedad.
El PAP consiste en la toma de una muestra de células del cuello uterino, que es enviada a laboratorio para ser estudiadas, de manera de detectar si existe algún tipo de alteración. Todas las mujeres que se han iniciado sexualmente deben realizarse este examen y sólo una vez que han recibido tres resultados negativos (no hay alteraciones), se podría espaciar su toma cada 2 o 3 años. Si este examen es realizado con esta frecuencia, es posible detectar lesiones premalignas y así evitar el desarrollo de un cáncer.
Por lo tanto, mientras se espera la llegada de la vacuna, sólo queda mantener una conducta responsable y visitar periódicamente al ginecólogo, privilegiando el concepto de autocuidado.
El control del VPH está asociado a un asunto de recursos, políticas de salud y prioridades, pero lo más importante, al concepto de autocuidado no sólo por parte de las mujeres, sino también de los hombres.
Además de ser portadores del virus, los varones también pueden desarrollar lesiones benignas -como condilomas y verrugas genitales- y malignas, como cáncer de pene. Este último, a diferencia de lo que ocurre en las mujeres, se produce en casos más bien aislados que suelen ser detectados con facilidad, dado que al tener los órganos genitales en el exterior las primeras señales están a la vista. Es por eso que la vacuna también podría ser de gran utilidad en el caso de los hombres.
La acción dañina del VPH depende de las características propias y de la condición particular de cada persona portadora. Hay virus que son más agresivos (especialmente VPH 16 y 18) y, por lo tanto, el riesgo de lesiones es mayor, pero si a eso se suman factores como el uso de corticoides, depresión, anorexia, tabaquismo, inmunodepresión o algún trasplante, la mujer está más expuesta.