Accidentes
Entre los casos más frecuentes, que llevan a los pacientes al pabellón, están los accidentes -como las mordeduras de perros- en los que se pierde un pedazo de oreja que se necesita reconstruir.
El especialista explica que en estas situaciones primero se reconstruye el cartílago de la oreja y luego se recubre la piel. Aquí es necesario usar injertos o colgajos. Este procedimiento requiere de anestesia general y hospitalización. Esto, porque la oreja es un lugar difícil de operar, ya que tiene muchos pliegues, planos y cavidades distintas.
Un tipo de intervención más compleja se hace cuando la pieza es amputada en su totalidad. Para esto se necesita reinjertar la oreja. Si ésta llega en buenas condiciones a un centro asistencial, es posible reimplantarla por medio de una microcirugía en la que se unen los vasos sanguíneos con un microscopio.
El doctor Giugliano señala que esta intervención se realiza en Clínica Alemana y que los resultados, en la generalidad de los casos, son muy satisfactorios.
Para que se pueda hacer esta intervención se debe mantener la pieza que se desprendió en buenas condiciones. Es decir, hay que lavarla, aislarla de la contaminación, tenerla a una temperatura fría y no dejar pasar muchas horas desde el momento del accidente hasta que se llega a un servicio de urgencia.
Malformaciones congénitas
Las orejas prominentes, aladas o en asa tienen una apariencia que sobresale del rostro, por lo que no se ven armónicas. Esta es una malformación congénita, que si bien no trae problemas auditivos, hace que muchas personas no estén contentas con su apariencia.
El doctor Giugliano explica que en los casos normales existen dos pliegues, uno externo y otro interno. La ausencia de este último hace que el pabellón auricular tenga una forma abierta y plana, por lo que la oreja se ve más grande.
Este trastorno puede ser hereditario y la mayoría de las veces se presenta en forma simétrica, es decir, en ambos lados. El especialista advierte que esta situación puede traer trastornos psicológicos, por lo que es conveniente hacer una cirugía antes de que éstos comiencen a afectar la calidad de vida del paciente en forma seria.
'Generalmente, las burlas hacen que haya un problema en el autoestima de los niños. Por eso es bueno intervenir antes de que el menor entre al colegio. Esto es alrededor de los cinco años', señala.
Una de las técnicas más comunes es realizar una incisión por detrás de la oreja, en el surco. De esta forma, se pega más al cráneo. Además, se crea o forma el pliegue inexistente, con lo que se logra quitar la apariencia plana.
En general, es una operación bien tolerada y poco dolorosa. Requiere de un día de hospitalización y luego el paciente debe estar alrededor de cinco días en su casa.
Otro problema de nacimiento que se da habitualmente es la microtia, que es la falta de oreja. En Chile se calcula que la frecuencia de estos casos es de uno cada seis mil recién nacidos.
Esta irregularidad es una malformación congénita, que muchas veces se presenta por infecciones producidas durante el embarazo. Generalmente, es unilateral y casi nunca se acompaña de defectos en la audición, pues no se relaciona con el oído interno, es decir, es un problema estético.
Para construir la oreja, generalmente, se usan injertos de cartílagos de las costillas del mismo paciente, que son utilizados para 'fabricar' la pieza que falta.
Esta operación se hace a partir de los siete años, ya que a esta edad el niño tiene un tamaño que permite que sus costillas sean intervenidas, y porque el porte de la oreja sana ya se aproxima al que tendrá para el resto de la vida.
Tras tres o cuatro días de hospitalización y dos a tres semanas de cuidados en casa, el paciente puede hacer su vida normal.
Hay que considerar que luego de seis meses o un año de la cirugía es necesario realizar otra intervención menor en la que se perfeccionan detalles.
El doctor Giugliano aclara que cerca del 90% de las personas queda muy conforme con los resultados, y si bien no se logra tener una oreja absolutamente normal, la armonía que consigue en el rostro deja muy felices a los pacientes.
Si bien la otoplastía no es de las operaciones más conocidas, sí es una intervención muy frecuente destinada a corregir, en la mayoría de los casos, un problema estético.
Esta cirugía se define como un procedimiento quirúrgico que permite dar forma a las orejas que tengan algún trastorno.
El doctor Carlos Giugliano, jefe de Unidad de Cirugía Plástica de Clínica Alemana, explica que esta zona de la cara presenta muchos problemas. 'Hay tumores, lunares gigantes, accidentes, traumas o quemaduras y malformaciones que requieren de intervenciones complejas', sostiene.
Accidentes
Entre los casos más frecuentes, que llevan a los pacientes al pabellón, están los accidentes -como las mordeduras de perros- en los que se pierde un pedazo de oreja que se necesita reconstruir.
El especialista explica que en estas situaciones primero se reconstruye el cartílago de la oreja y luego se recubre la piel. Aquí es necesario usar injertos o colgajos. Este procedimiento requiere de anestesia general y hospitalización. Esto, porque la oreja es un lugar difícil de operar, ya que tiene muchos pliegues, planos y cavidades distintas.
Un tipo de intervención más compleja se hace cuando la pieza es amputada en su totalidad. Para esto se necesita reinjertar la oreja. Si ésta llega en buenas condiciones a un centro asistencial, es posible reimplantarla por medio de una microcirugía en la que se unen los vasos sanguíneos con un microscopio.
El doctor Giugliano señala que esta intervención se realiza en Clínica Alemana y que los resultados, en la generalidad de los casos, son muy satisfactorios.
Para que se pueda hacer esta intervención se debe mantener la pieza que se desprendió en buenas condiciones. Es decir, hay que lavarla, aislarla de la contaminación, tenerla a una temperatura fría y no dejar pasar muchas horas desde el momento del accidente hasta que se llega a un servicio de urgencia.
Malformaciones congénitas
Las orejas prominentes, aladas o en asa tienen una apariencia que sobresale del rostro, por lo que no se ven armónicas. Esta es una malformación congénita, que si bien no trae problemas auditivos, hace que muchas personas no estén contentas con su apariencia.
El doctor Giugliano explica que en los casos normales existen dos pliegues, uno externo y otro interno. La ausencia de este último hace que el pabellón auricular tenga una forma abierta y plana, por lo que la oreja se ve más grande.
Este trastorno puede ser hereditario y la mayoría de las veces se presenta en forma simétrica, es decir, en ambos lados. El especialista advierte que esta situación puede traer trastornos psicológicos, por lo que es conveniente hacer una cirugía antes de que éstos comiencen a afectar la calidad de vida del paciente en forma seria.
'Generalmente, las burlas hacen que haya un problema en el autoestima de los niños. Por eso es bueno intervenir antes de que el menor entre al colegio. Esto es alrededor de los cinco años', señala.
Una de las técnicas más comunes es realizar una incisión por detrás de la oreja, en el surco. De esta forma, se pega más al cráneo. Además, se crea o forma el pliegue inexistente, con lo que se logra quitar la apariencia plana.
En general, es una operación bien tolerada y poco dolorosa. Requiere de un día de hospitalización y luego el paciente debe estar alrededor de cinco días en su casa.
Otro problema de nacimiento que se da habitualmente es la microtia, que es la falta de oreja. En Chile se calcula que la frecuencia de estos casos es de uno cada seis mil recién nacidos.
Esta irregularidad es una malformación congénita, que muchas veces se presenta por infecciones producidas durante el embarazo. Generalmente, es unilateral y casi nunca se acompaña de defectos en la audición, pues no se relaciona con el oído interno, es decir, es un problema estético.
Para construir la oreja, generalmente, se usan injertos de cartílagos de las costillas del mismo paciente, que son utilizados para 'fabricar' la pieza que falta.
Esta operación se hace a partir de los siete años, ya que a esta edad el niño tiene un tamaño que permite que sus costillas sean intervenidas, y porque el porte de la oreja sana ya se aproxima al que tendrá para el resto de la vida.
Tras tres o cuatro días de hospitalización y dos a tres semanas de cuidados en casa, el paciente puede hacer su vida normal.
Hay que considerar que luego de seis meses o un año de la cirugía es necesario realizar otra intervención menor en la que se perfeccionan detalles.
El doctor Giugliano aclara que cerca del 90% de las personas queda muy conforme con los resultados, y si bien no se logra tener una oreja absolutamente normal, la armonía que consigue en el rostro deja muy felices a los pacientes.