Asimismo, la pericarditis puede ser causada por trastornos cardiacos como infartos y miocarditis. En ocasiones, tratamientos como la radioterapia del tórax y el uso de inmunosupresores también inducen esta condición.
Otra causa puede ser el resultado de una lesión (incluyendo una cirugía) o trauma en el tórax, el esófago o el corazón. En los niños, habitualmente, es causada por el adenovirus o virus coxsackie.
Sin embargo, es frecuente que se desconozca su causa, en cuyo caso se denomina pericarditis idiopática.
El doctor Abufhele explica que 'para realizar el diagnóstico, el médico debe hacer un exhaustivo análisis de las características del dolor, escuchar y percibir con un estetoscopio un sonido típico de roce o frote pericárdico y los ruidos del corazón, que se distinguen como leves o distantes. Asimismo, existen otros signos que revelan la presencia de líquido en el pericardio (derrame pericárdico)'.
Cuando la enfermedad es grave, puede haber crepitación o crujido pulmonar, disminución de los ruidos respiratorios y líquido en el espacio que rodea los pulmones (derrame pleural), por compromiso a vecindad de la inflamación del pericardio.
Si se ha acumulado líquido en el saco pericárdico, éste puede detectarse a través de una ecocardiografía (examen de elección), imágenes por resonancia magnética cardíaca, o tomografía computarizada del corazón. 'Estos exámenes permiten ver el agrandamiento del corazón, que se produce por la acumulación de líquido en el pericardio. Además, muestran cicatrización y alteraciones de la contracción del corazón (pericarditis constrictiva), y otros hallazgos que varían dependiendo de la causa de la pericarditis', explica el especialista.
Además, se realizan pruebas de laboratorio como hemocultivo, hemograma -que muestra un incremento en el conteo de leucocitos-, proteína C-reactiva, sedimentación globular (vhs) y pericardiocentesis (punción y extracción del líquido pericárdico con análisis químico y cultivo) cuando está indicado.
El tratamiento de la pericarditis no es el mismo para todos los pacientes, ya que esta enfermedad varía, desde casos leves -que se resuelven por sí solos- hasta complicados y potencialmente mortales debido a la acumulación de líquido alrededor del corazón y funcionamiento cardiaco deficiente. 'Si el paciente se atiende a tiempo, el resultado puede ser alentador y la recuperación, en la mayoría de las personas, toma entre dos y tres semanas', asegura el cardiólogo.
El doctor Abufhele sostiene que, en la mayoría de los tipos de pericarditis, es necesario tratar el dolor con analgésicos y la inflamación con medicamentos antiinflamatorios no esteroides como aspirina e ibuprofeno y, en algunos casos, prescribe corticosteroides.
Si la acumulación excesiva de líquido en el saco pericárdico compromete la función cardiaca o causa un taponamiento se debe drenar a través de una pericardiocentesis (evacuación del exceso de líquido en el saco pericárdico).
Este procedimiento puede ser percutáneo (utilizando una aguja para alcanzar el pericardio, guiada por una ecocardiografía, en la sala de procedimientos) o quirúrgico (realizada en el quirófano como cirugía menor).
La pericarditis bacteriana debe tratarse con antibióticos y si es causada por hongos el especialista debe indicar agentes antimicóticos.
La pericardiectomía (corte o extirpación parcial del pericardio) sólo es aconsejable cuando la enfermedad es crónica u ocasiona pericarditis constrictiva.
Algunas de las complicaciones que puede provocar esta enfermedad son arritmias, taponamiento cardiaco y pericarditis constrictiva, que es cuando la inflamación del saco pericárdico ocasiona fibrosis y engrosamiento del pericardio con adherencias (cicatrizaciones que se adhieren) entre el pericardio y el corazón. Esta situación puede limitar de manera grave la capacidad de este músculo para llenarse con sangre durante la diástole (fase de relajación antes del siguiente latido cardíaco).
Es difícil prevenir la pericarditis, por lo que se recomienda tratar a tiempo las infecciones respiratorias y otras enfermedades.
Dolor en el pecho -a veces indistinguible de un infarto-, tos seca, fiebre, en ocasiones con escalofríos, ansiedad y fatiga son algunos de los indicadores de pericarditis.
Esta enfermedad, que generalmente se manifiesta en hombres entre los 20 y 50 años, es causada por la inflamación del pericardio, que es la cubierta en forma de saco del corazón. Esto se produce por una complicación de infecciones virales, más comúnmente por virus coxsackie y el virus de la gripe.
También es probable que esta patología se origine por infecciones bacterianas (pericarditis bacteriana o purulenta) o micóticas (hongos).
El doctor Alejandro Abufhele, jefe del Departamento de Cardiología de Clínica Alemana, explica que 'esta patología puede estar asociada a enfermedades sistémicas, tales como cáncer, insuficiencia renal, leucemia, enfermedades autoinmunes, fiebre reumática y, con menos frecuencia, infección por VIH, entre otras'.
Asimismo, la pericarditis puede ser causada por trastornos cardiacos como infartos y miocarditis. En ocasiones, tratamientos como la radioterapia del tórax y el uso de inmunosupresores también inducen esta condición.
Otra causa puede ser el resultado de una lesión (incluyendo una cirugía) o trauma en el tórax, el esófago o el corazón. En los niños, habitualmente, es causada por el adenovirus o virus coxsackie.
Sin embargo, es frecuente que se desconozca su causa, en cuyo caso se denomina pericarditis idiopática.
El doctor Abufhele explica que 'para realizar el diagnóstico, el médico debe hacer un exhaustivo análisis de las características del dolor, escuchar y percibir con un estetoscopio un sonido típico de roce o frote pericárdico y los ruidos del corazón, que se distinguen como leves o distantes. Asimismo, existen otros signos que revelan la presencia de líquido en el pericardio (derrame pericárdico)'.
Cuando la enfermedad es grave, puede haber crepitación o crujido pulmonar, disminución de los ruidos respiratorios y líquido en el espacio que rodea los pulmones (derrame pleural), por compromiso a vecindad de la inflamación del pericardio.
Si se ha acumulado líquido en el saco pericárdico, éste puede detectarse a través de una ecocardiografía (examen de elección), imágenes por resonancia magnética cardíaca, o tomografía computarizada del corazón. 'Estos exámenes permiten ver el agrandamiento del corazón, que se produce por la acumulación de líquido en el pericardio. Además, muestran cicatrización y alteraciones de la contracción del corazón (pericarditis constrictiva), y otros hallazgos que varían dependiendo de la causa de la pericarditis', explica el especialista.
Además, se realizan pruebas de laboratorio como hemocultivo, hemograma -que muestra un incremento en el conteo de leucocitos-, proteína C-reactiva, sedimentación globular (vhs) y pericardiocentesis (punción y extracción del líquido pericárdico con análisis químico y cultivo) cuando está indicado.
El tratamiento de la pericarditis no es el mismo para todos los pacientes, ya que esta enfermedad varía, desde casos leves -que se resuelven por sí solos- hasta complicados y potencialmente mortales debido a la acumulación de líquido alrededor del corazón y funcionamiento cardiaco deficiente. 'Si el paciente se atiende a tiempo, el resultado puede ser alentador y la recuperación, en la mayoría de las personas, toma entre dos y tres semanas', asegura el cardiólogo.
El doctor Abufhele sostiene que, en la mayoría de los tipos de pericarditis, es necesario tratar el dolor con analgésicos y la inflamación con medicamentos antiinflamatorios no esteroides como aspirina e ibuprofeno y, en algunos casos, prescribe corticosteroides.
Si la acumulación excesiva de líquido en el saco pericárdico compromete la función cardiaca o causa un taponamiento se debe drenar a través de una pericardiocentesis (evacuación del exceso de líquido en el saco pericárdico).
Este procedimiento puede ser percutáneo (utilizando una aguja para alcanzar el pericardio, guiada por una ecocardiografía, en la sala de procedimientos) o quirúrgico (realizada en el quirófano como cirugía menor).
La pericarditis bacteriana debe tratarse con antibióticos y si es causada por hongos el especialista debe indicar agentes antimicóticos.
La pericardiectomía (corte o extirpación parcial del pericardio) sólo es aconsejable cuando la enfermedad es crónica u ocasiona pericarditis constrictiva.
Algunas de las complicaciones que puede provocar esta enfermedad son arritmias, taponamiento cardiaco y pericarditis constrictiva, que es cuando la inflamación del saco pericárdico ocasiona fibrosis y engrosamiento del pericardio con adherencias (cicatrizaciones que se adhieren) entre el pericardio y el corazón. Esta situación puede limitar de manera grave la capacidad de este músculo para llenarse con sangre durante la diástole (fase de relajación antes del siguiente latido cardíaco).
Es difícil prevenir la pericarditis, por lo que se recomienda tratar a tiempo las infecciones respiratorias y otras enfermedades.