Para llegar a un buen diagnóstico y posterior tratamiento, el examen indicado por los médicos es un estudio urodinámico, que consiste en medir la intensidad de las contracciones de la vejiga. Esta es la forma más adecuada de saber qué tan severo es el problema y cómo hay que tratarlo.
La doctora Delucchi advierte que la enuresis trae muchos problemas psicológicos a los menores. 'El niño sufre, se angustia, se compara con sus pares y comienza a deteriorar su autoestima', señala.
Una de las recomendaciones es que los padres no aceleren el control de esfínteres del niño, ya que no todos los menores pueden controlarlos después del año de vida.
Además, muchas veces, realizando un refuerzo positivo y otorgando pequeñas recompensas cuando hay logros, se puede controlar este síntoma. 'Cuando esto se hace, el paciente se motiva y cerca de un 70 a 80% puede mejorarse', explica la doctora.
Sin embargo, hay que estar atento, ya que en ocasiones el menor está en vías de controlar el problema y surgen eventos, como un cambio de casa, la separación de los padres o el nacimiento de un hermano que pueden hacer que el desarrollo neurológico que seguía un curso adecuado, se detenga.
Esto demuestra que hay ocasiones en que existe un factor psicológico que impide que los menores se recuperen. Es decir, hay niños que presentan el problema debido a situaciones que para ellos son traumáticas.
La doctora señala que, después de los cinco años, no hay que pensar que el síntoma se va a quitar solo. Es por esto que la ayuda de un especialista en el diagnóstico y tratamiento es de vital ayuda.
Para llegar a un buen diagnóstico y posterior tratamiento, el examen indicado por los médicos es un estudio urodinámico, que consiste en medir la intensidad de las contracciones de la vejiga. Esta es la forma más adecuada de saber qué tan severo es el problema y cómo hay que tratarlo.
La doctora Delucchi advierte que la enuresis trae muchos problemas psicológicos a los menores. 'El niño sufre, se angustia, se compara con sus pares y comienza a deteriorar su autoestima', señala.
Una de las recomendaciones es que los padres no aceleren el control de esfínteres del niño, ya que no todos los menores pueden controlarlos después del año de vida.
Además, muchas veces, realizando un refuerzo positivo y otorgando pequeñas recompensas cuando hay logros, se puede controlar este síntoma. 'Cuando esto se hace, el paciente se motiva y cerca de un 70 a 80% puede mejorarse', explica la doctora.
Sin embargo, hay que estar atento, ya que en ocasiones el menor está en vías de controlar el problema y surgen eventos, como un cambio de casa, la separación de los padres o el nacimiento de un hermano que pueden hacer que el desarrollo neurológico que seguía un curso adecuado, se detenga.
Esto demuestra que hay ocasiones en que existe un factor psicológico que impide que los menores se recuperen. Es decir, hay niños que presentan el problema debido a situaciones que para ellos son traumáticas.
La doctora señala que, después de los cinco años, no hay que pensar que el síntoma se va a quitar solo. Es por esto que la ayuda de un especialista en el diagnóstico y tratamiento es de vital ayuda.